Los jefes comunales se sienten marginados porque el electo gobernador no los consulta para armar su equipo. Diálogo tenso, malestar por las colectoras y futuro incierto.
Fuente: La Política OnLine
“Ahora tenemos que hablar del secretario de Medio Ambiente”, le dijo, tranquilo, confiado en recibir una respuesta que lo satisfaga. “¿Cómo? No entiendo”, le contestó el otro, desentendido, sentado arriba del enorme caudal de votos. “Claro, a ver quién va a ir, porque históricamente es un hombre nuestro”, insistió el primero, ya algo intranquilo. “Vos quedate tranquilo que yo no te voy a pedir ningún cargo en la intendencia”, remató, impávido, el cuestionado.
El diálogo, tenso por momentos, se produjo entre un importante intendente bonaerense y el vicepresidente Daniel Scioli, quien casualmente ayer se reunió con una decena de caciques del Conurbano, acercados para un primer "cara a cara" con el gobernador, por el ultra kirchnerista titular de la Federación Argentina de Municipios (FAM), que lidera Julio Pereyra, mandamás de Florencio Varela.
La reunión, una de las tantas que proliferan en plena transición bonaerense, sirvió para arrimar posiciones. Los históricos intendentes del conurbano están molestos con ciertas actitudes de Scioli, que vulnerarían los "usos y costumbres" bonaerenses, que incluyen el "consenso" de los intendentes más poderosos para la designación de algunas áreas del gabinete.
La práctica, que a los menos curtidos en el peronismo bonaerense les puede sonar a "reparto" o "cuotificación" del gobierno, implica consensuar con los intendentes -divididos por sección electoral- los hombres que acompañarán la gestión, como una manera de entregarles cierta plataforma de cargos y contratos para que "armen" políticamente.
Pero parece que el vicepresidente quiere marcar ciertos límites y mostrarse autónomo, y en la soledad definió la mayoría de los nombres que lo acompañarán a partir del 10 de diciembre.
Es el caso, por mencionar algunos, del ex director técnico Carlos Bilardo, del fiscal Carlos Stornelli, del mediático médico Claudio Zinn y de su contador personal Rafael Perelmiter.
“Si no se reunía con los intendentes, iban a decir que no se quería reunir. Si algo hizo Scioli durante la campaña fue visitar todos los municipios”, aseguran desde el sciolismo, donde no avalan la teoría del enojo.
EL RIESGO "COLECTORA"
Lo cierto es que los intendentes enfrentan además un riesgo mucho más preocupante: las consecuencias políticas de la implementación de las flamantes “colectoras”, que permitieron postular a varios candidatos con los nombres de Cristina Kirchner y Daniel Scioli, y que no hizo más que fragmentar los concejos deliberantes, horadando la gobernabilidad de los futuros mandatarios municipales.
Claro, ante la primera tormenta, cavilan desde los municipios, el Concejo Deliberante puede llegar hasta la destitución, imosibilitados de blindar políticamente el legislativo municipal, por su fragmentación. La provincia de Buenos Aires tiene sobrados ejemplos de municipios que se volvieron inngobernables, cuando el intendente no gozaba del respaldo de una sólida bancada de concejales.
A diferencia de lo que sucede a nivel nacional, con un Poder Ejecutivo que vía decretos y otros mecanismos de dudosa constitucionalidad gobierna casi ignorando al Congreso, a nivel municipal los Concejos Deliberantes concentran gran cantidad de atribuciones indispensables para la gestión diaria, como ser la aprobación de licitaciones, contratos, y otras cuestiones.
Es por ello que ante la fragmentación con la que tendrán que lidiar, los intendentes se muestran preocupados. "Ante la mínima disputa o polémica la tendencia en el Concejo va a ser a escalar el conflicto para posicionarse políticamente y ahí podemos terminar en una destitución", se alarmaba ante La Política Online un experimentado intendente.
Como sea, mientras maceran estas inquietudes, los intendentes bonaerenses redoblan sus sonrisas ante las cámaras. Ir al choque a tan sólo un mes del 10 de diciembre, cuando asuma el hombre que ganó con casi el 50 por ciento la provincia de Buenos Aires no parece lo más prudente. La sociedad, por caso, no lo toleraría.