El hijo del matrimonio presidencial ocupará un lugar importante en el armado de jóvenes cuadros políticos que pretende el Presidente. La agrupación La Cámpora y el "café literario". Los contactos.
Nota de Ámbito Financiero, que da cuenta del rol que Máximo Kirchner tendrá en la agrupación y la formación de cuadros políticos que pretende el Presidente. La agrupación La Cámpora, y los vínculos.
Por Pablo Ibáñez
Casi invisible, atributo en el que lo entrenó Rudy Ulloa Igor, Máximo Kirchner ocupará una silla reservada en el “café literario” en el que, desde Puerto Madero y/o San Telmo, operará Néstor Kirchner después del verano. Al tiempo que, a puro criterio personal, hará depurar y normalizar el PJ.
Con sigilo, a través de discretos intermediarios, el hijo mayor del Presidente y de su madre electa, tejió en los últimos meses una red de vínculos con dirigentes de la juventud partidaria: con ellos, piensa que en el futuro nutrirá de “cuadros” a la renovación que promete su padre.
Lo hizo desde La Cámpora, una agrupación juvenil visceralmente kirchnerista, que abrió franquicias en todo el país y será, en los próximos meses, la oficina de reclutamiento de los 500 dirigentes jóvenes que Kirchner pretende formar para reorganizar el PJ.
No sólo el nombre elegido -homenaje a Héctor Cámpora, “El Tío”- recrea el clima setentista. La presencia, simbólica, de algunos dirigentes remite a aquellos tiempos: Juan Carlos Dante Gullo, el “Canca”, funge como una especie de padrino nominal de la agrupación.
Lo de Gullo es simbolismo puro: recuerdos y anécdotas de los días de la gloriosa JP que lo tuvo como jefe de la Columna Capital, a la que los adoradores de José Ignacio Rucci sindican como iniciadores de la “campaña de desprestigio” que terminó con el metalúrgico acribillado de 33 balazos. A pesar de esa tiniebla, Gullo trataría de enlazar vínculos con los gremios.
La avanzada formal reposa sobre un trío dinámico: el titular del Consejo Federal de Juventud y nieto recuperado, Juan Cabandié; el operador de Compromiso K con despacho en la Secretaría General, José Ottavis; y la directora nacional de Juventud, Mariana Gras.
Con Cabandié y Ottavis, Máximo suele juntarse a comer. Es ocasional. En general, Kirchner Jr. evita posar en las fotos. Es más: hasta acostumbra “tercerizar” la relación con el trío que capitanea La Cámpora y recorre las provincias sembrando el sello.
Amigos y colaboradores sureños de Máximo funcionan a veces como “correo” trasmitiendo a Ottavis, Cabandié y Gras las directivas.
Dedicado a hablar, en rondas informales, sobre su ocupación cuando deje el gobierno el 10 de diciembre, Kirchner ha trasmitido que reconstruirá el peronismo intervenido y que se postulará para presidirlo convocando a elecciones internas.
Dos fundaciones, Calafate ¿abrirá sede en Puerto Madero?, y Primero Argentina, que ya tiene oficinas en San Telmo al lado del café Moliere, funcionarán como base de operaciones del patagónico, quien, además, prometió “salir a caminar” el país como parte de la reorganización partidaria.
Puso, sin embargo, particular énfasis en la necesidad de reorganizar el PJ y mencionó que formará “500 cuadros jóvenes” para diseminar en el partido la semilla de la renovación. En la formación tendrá que ver Juan Manuel Abal Medina, otro apellido que remite a los 70, hijo que sirve de voluntario de Alberto Fernández.
Es en ese punto donde aparece en escena La Cámpora: funcionará como ámbito de reclutación no sólo para ser tropa de Kirchner en el PJ nacional, sino también para avanzar sobre los partidos provinciales, muchos de los cuales están en manos de rivales del patagónico.
Lo curioso es que, hasta ahora, tanto la JP como otras manifestaciones abiertamente peronistas no aparecen en la grilla de La Cámpora que, de hecho, surgió como confluencia de un puñado de agrupaciones menores, kirchneristas y peronistas, pero no pejotistas.
Tampoco, en el tramo inicial, La Cámpora incorporará a las juventudes sindicales. Acaso sea otro reflujo setentista cuando la “gloriosa JP”, evitista y socialista, confrontaba con los grupos juveniles de los gremios, ortodoxos y “peronistas de Perón”. Es decir que, literalmente, se mataban.