El presidente argentino ya superó los seis meses de gestión. La estrategia confrontativa no le ha dado resultados en el Congreso, pero sí ha podido sostener el apoyo en las encuestas
Javier Milei cumple hoy seis meses en el gobierno este lunes, destacándose sus diferencias con la vicepresidenta Victoria Villarruel en diversas ocasiones. No obstante, ambos coinciden en cuestionar el proceso de memoria, verdad y justicia. Según un relevamiento del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Memoria Abierta, estas políticas, que posicionaron a Argentina como un referente mundial, han sido debilitadas desde el inicio de la administración libertaria
Milei no lidera la lucha por la «memoria completa», pero sus enfrentamientos con el movimiento de derechos humanos son parte de su «batalla cultural». Villarruel, quien lleva más de 20 años en organizaciones que defienden o reivindican a las fuerzas involucradas en la represión ilegal, ha realizado intervenciones estratégicas estos meses, atacando a figuras de los organismos de derechos humanos como Estela de Carlotto, Taty Almeida y Hebe de Bonafini. Ha reavivado el discurso del «curro de los derechos humanos» y reivindicado a su padre por su participación en el Operativo Independencia, considerado por los tribunales como la «antesala» del genocidio que se implementó en todo el país.
En el ámbito judicial, el gobierno disolvió los equipos encargados de filmar los juicios por crímenes de lesa humanidad. Este proceso comenzó con la suspensión de los trabajadores que registraban las audiencias en los tribunales de Comodoro Py y San Martín, resultando en la eliminación del Programa Memoria Colectiva e Inclusión Social (MECIS), creado en 2009 mediante un acuerdo entre la Corte Suprema y el INCAA.
En cuanto a archivos, se detuvo el funcionamiento de la mesa de trabajo en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que incluía a organismos de derechos humanos para desclasificar información relevante para las causas judiciales y la verdad histórica. El CELS y Memoria Abierta también señalan la falta de nombramientos clave en áreas como el Archivo Nacional de la Memoria (ANM), responsable del fondo documental de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
Dentro de la Secretaría de Derechos Humanos (SDH), aún no se ha designado al director de la Dirección Nacional de Sitios de Memoria, y estos espacios enfrentan desfinanciamiento y precarización de sus trabajadores, con proyectos paralizados. Un ejemplo notable es el memorial en Campo de Mayo, comprometido por el Estado ante organismos internacionales.
El gobierno también promovió actos de reivindicación de la dictadura en antiguos centros de detención, como la celebración del Día de la Armada por militares retirados en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (exESMA). Tras la protesta del CELS, Petri minimizó el evento, describiéndolo como un acto de argentinos cantando la marcha de la Marina. Previamente, el ministro de Defensa había afirmado que las Fuerzas Armadas fueron demonizadas por su papel en la década de 1970.
El anarcocapitalista parece sentirse invulnerable frente al colapso económico, la desesperación social y las consecuencias de sus propias acciones. Las encuestas indican que al menos la mitad de los consultados aún confían en sus promesas casi mesiánicas, posiblemente porque no han podido superar las grandes decepciones del pasado. Mientras tanto, la oposición se muestra impotente y desconcertada ante este nuevo tipo de liderazgo que se autocompara con Terminator, dice venir de un «futuro apocalíptico» y se ve a sí mismo como un «topo» infiltrado en el Estado para destruirlo desde dentro.
Los primeros seis meses del gobierno libertario han sido vertiginosos y desconcertantes. El 10 de diciembre, cuando Milei prestó juramento de espaldas a la legislatura, parece un evento distante. «El experimento libertario ha entrado en una nueva fase de su recorrido excéntrico», comentó Ignacio Fidanza en ‘La Política Online’. ‘La Nación’ lo describió como un «punto de inflexión». Ernesto Tenembaum, columnista de ‘Infobae’, advierte sobre una «prematura descomposición» del proyecto que intenta retroceder a la Argentina a su época de esplendor agropecuario de finales del siglo XIX. Según Tenembaum, Milei se adentra «en un territorio incierto», con un apoyo que sigue sólido pero también con un equipo disminuido y rodeado de problemas económicos, financieros, políticos y, sobre todo, morales.