El proyecto de presupuesto 2025 propone la eliminación de varios programas educativos clave, incluyendo Conectar Igualdad, lo que genera preocupación por el impacto en la alfabetización digital de los niños en situación de pobreza. A pesar de que se proyectan leves aumentos en algunos programas, la inversión educativa total continúa en descenso, alcanzando su punto más bajo de la última década. Expertos señalan que la medida es regresiva y advierten sobre la necesidad de una estrategia más integral para enfrentar los desafíos educativos actuales en un contexto de fuerte ajuste económico
El proyecto de Ley de Presupuesto 2025, presentado por el presidente Javier Milei ante el Congreso, incluye en su artículo 27 la suspensión durante un año de la obligación estatal de destinar el 6% del PBI a la educación. Este porcentaje se establece en la Ley de Educación Nacional, aprobada por el Congreso en 2006. Además, el proyecto libertario también suspende las obligaciones de invertir el 0,45% del PBI en ciencia y tecnología, así como el 0,2% en educación técnica profesional. Cabe señalar que el único año en que el Estado alcanzó el 6% del PBI en educación fue en 2015, bajo la gestión de Cristina Fernández.
En este contexto, la propuesta presupuestaria prevé una inversión en educación equivalente al 0,88% del PBI, lo que representa una disminución con respecto a 2024 (0,91%) y 2023 (1,48%), convirtiéndolo en el presupuesto más bajo en términos de participación del PBI en los últimos diez años. Aunque se proyecta un aumento del 0,65% en 2025 en relación al año en curso, este incremento se enmarca dentro de un contexto de una caída presupuestaria significativa, ya que en 2024 hubo una reducción del 40,20% en comparación con 2023. Estos datos fueron revelados en el informe “Presupuesto educativo nacional 2025”, realizado por los especialistas Javier Curcio (Conicet) y las investigadoras María Sol Alzú y Leyre Sáenz Guillén, del Observatorio de Argentinos por la Educación.
Según el informe, el mayor nivel de gasto en educación en relación al PBI se alcanzó en 2015, con un 1,59%. Posteriormente, la inversión disminuyó, alcanzando el 1,08% en 2019. No obstante, “a partir del año 2019, la inversión en estos términos fue creciendo de forma continua hasta alcanzar el 1,48% en 2023”, señala el informe. En 2024, de acuerdo con el crédito vigente y las estimaciones del PBI nominal, se prevé que la inversión cierre en un 0,91% del PBI. Para 2025, la proyección indica que esta cifra caerá aún más, situándose en el 0,88%, lo que representaría el nivel más bajo de la última década.
En cuanto a los detalles del presupuesto, el informe destaca que entre 2023 y 2024 se produjo una caída significativa en términos reales tanto en el gasto de la Secretaría de Educación (-42,99%) como en la función Educación y Cultura (-40,20%). Para 2025, se anticipa un aumento del 6,87% en el presupuesto de la Secretaría de Educación y un incremento del 0,65% en la función de Educación y Cultura, según las proyecciones de inflación incluidas en el proyecto. Sin embargo, si se toma en cuenta la inflación prevista por el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), “en 2025 habrá una nueva reducción en términos reales”, con caídas del 1,18% para la Secretaría de Educación y del 6,93% en la función de Educación y Cultura.
Es importante señalar que la educación superior, es decir, las universidades, recibirán el 66,5% del presupuesto de la Secretaría de Educación, mientras que los programas de educación obligatoria y superior no universitaria obtendrán un 23,1% del total.
En este contexto, Mariano Narodowski, exministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, expresó en una entrevista incluida en el informe que, si bien el proyecto de presupuesto continúa dando prioridad a las universidades nacionales, la diferencia radica en que “todo el gasto público se reduce de manera brutal, no solo en educación, cumpliendo la promesa electoral del ‘ajuste más grande de la historia de la humanidad’ que votó el pueblo argentino”. Narodowski añadió que la educación sigue siendo una de las tres áreas con mayor asignación de recursos, aunque destacó que «los universitarios han reaccionado con fuerza ante este ajuste, lo cual es comprensible. Sin embargo, sería positivo que los más afectados, es decir, los niños y las familias de la educación básica, también hicieran sentir su voz en plazas y calles”.
El informe detalla la eliminación del programa Conectar Igualdad y de otros programas clave dentro de la Secretaría de Educación. Los únicos que registrarían un incremento real en 2025 serían Gestión educativa y políticas socioeducativas (con un 14% de aumento) y Desarrollo de la educación superior (universidades nacionales). Sin embargo, cabe destacar que las universidades experimentaron una reducción del 30% en su presupuesto entre 2023 y 2024, por lo que este aumento proyectado para 2025 representa apenas una recuperación marginal del 2%.
Entre los programas que desaparecerían se incluyen Mejoramiento de la calidad educativa, Fortalecimiento territorial, Acompañamiento de organizaciones educativas y, de manera más notable, Conectar Igualdad. Según Jorge Lo Cascio, economista y especialista en educación, la eliminación de Conectar Igualdad es una medida “regresiva”, especialmente considerando que el 66% de los niños y niñas menores de 14 años vive en situación de pobreza, lo que limita sus oportunidades de alcanzar una alfabetización digital adecuada para el siglo XXI.
Por otro lado, el Plan Nacional de Alfabetización recibirá por primera vez una asignación presupuestaria, representando el 11,6% del total de la Secretaría de Educación. Programas como Gestión educativa y políticas socioeducativas recibirán el 10,5%, mientras que el 7,3% se destinará a la Gestión y asignación de becas a estudiantes. En este contexto, el informe revela que en 2025 el gasto en educación universitaria representará el 66,5% del presupuesto educativo total, dejando un 23,1% para programas de educación obligatoria y superior no universitaria, y el restante 10,4% para otros gastos.
Agustín Etchebarne, director de la Fundación Libertad y Progreso, comentó que el desafío no es solo aumentar la inversión, sino hacerlo de manera estratégica. Propone priorizar programas que involucren a las familias desde la primera infancia y enfoquen la educación hacia un desarrollo integral. A su criterio, no se trata únicamente de cumplir con metas de inversión, sino de asegurarse de que los recursos sean asignados donde puedan generar mayor impacto.
Por otro lado, el exministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, describió la disminución de la inversión educativa en 2024 como “dramática” y agregó que no se espera una recuperación significativa en el presupuesto de 2025. Trotta destacó que aunque la inversión educativa es fundamental, no es suficiente para enfrentar los desafíos actuales, que requieren consensos multipartidarios a nivel federal para avanzar en las expectativas sociales en esta área.
Finalmente, el economista Isidro Guardarucci advirtió que, dadas las discusiones actuales sobre el presupuesto universitario, era difícil esperar un escenario diferente. También señaló que el análisis debe enfocarse en la calidad, la evaluación de resultados y la eficiencia del sistema educativo, más allá de la cuestión meramente presupuestaria.