
Por su manera contemporizadora, y para bloquear la llegada de un «super-ministro» (como quieren Cristina y Massa), Alberto nominó al embajador de Brasil quien se anota en la carrera presidencial.
El fin de semana dejó mucha tela para cortar en la interna del Frente de Todos. Y es que mientras se demora la llegada de Daniel Scioli al Gabinete por motivos personales y de reordenamiento de su trabajo en Brasilia, se redobla la presión sobre la figura de Alberto Fernández, quien pese a ello, volvió a desairar los deseos de Cristina Kirchner, y Sergio Massa.
El exintendente de Tigre estuvo en Olivos el sábado, y según trascendidos le habría ofrecido a Fernández el nombre de José Ignacio De Mendiguren, actual titular del BICE quien ocupó dicha silla en 2002, en el Gobierno de Eduardo Duhalde. En el Frente Renovador desmintieron ante este medio dicha versión.
Pese a ello, el kirchnerismo y el massismo vienen jugando en tándem y quieren un relanzamiento del Gobierno que podría llevar a Massa a ocupar el cargo de “superministro”, para combatir la inflación y ordenar la economía para llegar en un esquema electoral competitivo para las próximas elecciones.
En tanto la llegada de Scioli marca que Alberto, pese a pedirle la renuncia a un ministro de su riñón la reemplaza con un hombre cercano, de su confianza, con vínculos a su vez con el canciller Santiago Cafiero (fue funcionario de este en la provincia) y continúa con su hoja de ruta de diálogo con los sectores empresarios, apostando al mediano plazo para la baja de la inflación apalancado en los datos positivos de la macro economía.
En ese marco hoy Martín Guzmán (el ministro más sostenido por Alberto) presentará el demorado proyecto de «Renta Inesperada», en lo que parecería ser un guiño al kirchnerismo en su confrontación con el empresariado y las ganancias exorbitantes producto de la guerra.
Scioli ha sido experto en convivir con el kirchnerismo durante los doce años de gobierno. De hecho fue maltratado públicamente en más de una ocasión. Con perfil dialoguista, ha sabido enfrentar varios escenarios dificultosos: entre ellos acercase a Jair Bolsonaro, el presidente brasilero que ha dicho pestes sobre Cristina Kirchner y ha mostrado diferencias con Alberto.
El perfil optimista y dialoguista de Scioli le imprimirá un carácter más político que técnico a la cartera, en momentos en los que se necesitará mucho diálogo con el empresariado. Para ilustrar los modos de Scioli basta un ejemplo: en 2011 Cristina quiso ponerle una «tobillera» al nominar a Gabriel Mariotto en la fórmula para la gobernación (lo mismo hizo con Carlos Zannini en 2015). Mariotto terminó su mandato con elogios a Scioli, y aseguró que el exmotonauta «sciolizaría» el país en caso de llegar a la presidencia.