
Buscan desbancar a Kicillof en territorio bonaerense. Crece la presión del triángulo de hierro amarillo sobre Macri, mientras avanzan las negociaciones entre operadores de segunda línea.
En la Casa Rosada ya dan por descontado que se concretará una alianza electoral de peso entre La Libertad Avanza y el PRO, con el objetivo de desbancar a Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Según estiman en el oficialismo, el anuncio oficial sería cuestión de tiempo y llegaría una vez finalizada la elección en la Ciudad de Buenos Aires.
Mientras se profundiza la tensión entre el gobernador bonaerense y Cristina Fernández de Kirchner, el vínculo entre libertarios y el partido amarillo sumó un nuevo capítulo este miércoles, cuando se llevó a cabo una reunión a puertas cerradas entre Manuel Vidal—exlíder de La Generación y operador de Santiago Caputo en sus vínculos con el PRO—y Alejandro Finocchiaro, uno de los hombres de confianza de Cristian Ritondo.
El encuentro, que se extendió por unos 40 minutos, fue una especie de prólogo para definir los detalles finos del eventual acuerdo. Desde ambas fuerzas aseguran que es muy probable que se concrete, aunque queda por ver si contará o no con el visto bueno del presidente del PRO, Mauricio Macri.
«La reunión fue un gesto más en el acuerdo que tenemos entre ambos sectores, además que tanto Alejandro como Cristian son muy bien valorados tanto por su acompañamiento de la agenda del Gobierno, como por su defensa en los medios de comunicación. Por eso hay una muy buena sintonía en la provincia», afirmó un dirigente cercano al círculo libertario.
Se trata del segundo cónclave de estas características en lo que va de la semana. El lunes por la noche, mientras en la televisión se analizaba la decisión de Kicillof de desdoblar los comicios, Ritondo, el diputado Diego Santilli y el titular de LLA en Buenos Aires, Sebastián Pareja, compartieron un café para comenzar a delinear la estrategia en las ocho secciones electorales de la provincia.
La presión del “triángulo de hierro amarillo”
Dentro del oficialismo, suelen referirse a Ritondo, Santilli y Guillermo Montenegro como el «triángulo de hierro amarillo», en contraposición al bloque violeta conformado por los hermanos Milei y Santiago Caputo. Este tridente del PRO viene presionando a Macri para que avale un entendimiento bonaerense como paso previo a una eventual alianza nacional rumbo a 2027.
Sin embargo, antes de eso, LLA y el PRO deberán competir entre sí en la Ciudad de Buenos Aires. En ese distrito, las fricciones van en aumento y amenazan con erosionar cualquier posibilidad de cooperación en otros territorios.
En filas del macrismo admiten que, si escalan las tensiones entre la lista de Manuel Adorni y la de Silvia Lospennato, y el PRO sufre una derrota, se reducirá drásticamente su capacidad de negociación en suelo bonaerense. «La letra chica de la provincia todavía no está escrita porque primero tenemos que esperar los resultados de la Ciudad», reconoció un dirigente del PRO con peso específico. Una caída en su bastión podría traducirse en una rendición anticipada frente a LLA.
Por ahora, la estrategia del macrismo “sin Macri” consiste en poner a disposición su maquinaria política en Buenos Aires: una docena de intendencias, trece bancas en Diputados, nueve en el Senado y varios nombres potables para encabezar listas, sin exigir necesariamente el primer lugar. Así lo expresó incluso Santilli en declaraciones públicas.
Desde el PRO se muestran confiados y aseguran contar con figuras en toda la provincia que podrían fortalecer a La Libertad Avanza, sobre todo en distritos donde todavía no tiene presencia. En paralelo, Macri hizo mención a una posible alianza, aunque, según fuentes del PRO, lo hizo más para no quedar descolocado ante reuniones entre sus dirigentes y referentes libertarios de las que no fue parte.
Un modelo con antecedentes
Si finalmente se sella un pacto entre la conducción provincial del PRO y la dirigencia libertaria en Buenos Aires, no sería una novedad. El PRO ya ha utilizado este tipo de estrategias desde sus orígenes, bajo el liderazgo de Mauricio Macri.
En 2009, Jorge Macri se alió con Francisco De Narváez para derrotar a Néstor Kirchner en una de las batallas electorales más significativas. Y en 2013, el mismo Mauricio Macri tejió un entendimiento con Sergio Massa para enfrentar a Martín Insaurralde, el candidato del kirchnerismo.
En aquella elección, el acuerdo benefició al PRO, que todavía no contaba con una estructura nacional consolidada. El entonces jefe de Gobierno porteño logró incluir a tres de sus referentes en la lista del Frente Renovador: Soledad Martínez (6°), actual intendenta de Vicente López; Gladys González (12°), quien tuvo vínculos con Horacio Rodríguez Larreta; y Christian Gribaudo (13°), figura clave del entorno de Daniel Angelici, histórico aliado de los Macri.
¿Puede repetirse la historia ahora con LLA? Es posible. Aunque, en este caso, el acuerdo no se definiría entre cúpulas partidarias y dejaría afuera a Macri de la mesa principal de decisiones.
«El vínculo que tenemos con Mauricio se explica mejor leyendo El Principito. Hay un capítulo en el que el protagonista le pide permiso para sentarse a un rey y éste para marcar su autoridad le ordena inmediatamente que se siente. Acá está pasando lo mismo», aseguró a Letra P una fuente con trayectoria dentro del PRO, que conoce a todos los actores y está convencida de que Macri se vio obligado a convalidar públicamente los encuentros entre Ritondo, Santilli y Montenegro en la Casa Rosada, porque «no tenía posibilidad de decir otra cosa y si lo hacía iba a mostrarse sin poder».
Como ya publicó este medio, Macri se enteró pocas horas antes —vía Zoom— de que Ritondo y Santilli tenían previsto reunirse el 17 de marzo en Balcarce 50 con Milei y su equipo político para formalizar el entendimiento que vienen construyendo hace meses. Todo indica que también se enteró por los medios de la cena del lunes en Congreso y del cónclave entre Finocchiaro y Vidal ocurrido este miércoles.