La derrota en el Senado cambió las formas pero no el fondo de la cuestión: el jefe de Gabinete es el único candidato a dejar su puesto, ya no tanto por su cansancio, sino porque el kirchnerismo puro y una liga de gobernadores exigen que se vaya. De ese cambio, y del nuevo rol que asuma Néstor Kirchner, dependen otros refrescos, empezando por el ministro de Economía.
Hace una semana, el periódico PERFIL anunció en tapa: “Se va Alberto Fernández”. Lo hizo al confirmar que el jefe de Gabinete le había sugerido a tres de sus principales colaboradores que “vayan consiguiendo trabajo pronto” y a lo sostenido por altas fuentes del propio Gobierno.
El plazo fijado se ubicaba entre la aprobación de las retenciones en el Senado y el ingreso al Parlamento del proyecto oficial de ley de radiodifusión, es decir, antes de fin de mes. La imprevista derrota del jueves pasado cambió los tiempos y algunas formas, no así el fondo de la cuestión.
Nadie puede garantizar, por ejemplo, ningún viso de mayoría para el proyecto de radiodifusión. Ahora, al cansancio físico de Alberto Fernández y a las repetidas alusiones a “un natural cambio de ciclo”, se sumaron datos de mayor voltaje aún. El kirchnerismo más duro –encabezado por Julio De Vido, Carlos Zannini y Oscar Parrilli– suma su empeño en ese sentido, junto a una liga de gobernadores, a cuyo frente se ubica al chubutense Mario Das Neves.
Entre estos últimos se promueve para el cargo a uno de sus pares: el chaqueño Jorge Capitanich, con quien la presidenta Cristina Kirchner compartió un acto en la noche del mismo jueves. Se refirió a él como “mi querido Coqui”, tal como lo llaman en la intimidad al gobernador.
La jefatura de Gabinete no es el único puesto prácticamente vacante para el necesario refresh, que ya nadie niega. El Ministerio de Economía y la Cancillería se ubican en un escalón inmediatamente posterior. Los relevos del casi inexistente Carlos Fernández y de Jorge Taiana, sin embargo, dependen de quién reemplace a Alberto F. Y todos, del rol que pase a desempeñar el omnipresente Néstor Kirchner.
Un gobernador oficialista –que no es ninguno de los nombrados antes– aseguró que el propio Kirchner le dibujó el siguiente esquema: “Va a cambiar la forma de gobierno. Es un arreglo entre ellos dos (N. de la R.: Cristina y Néstor). El va a salir de la primera línea para darle más protagonismo a ella”.
Con respecto al jefe de Gabinete, el mismo mandatario provincial aseguró: “Fue el único que estuvo en Olivos después de la votación en el Senado. Ni Zannini ni Icazuriaga estuvieron, sólo Alberto. Tiene un desgaste lógico y sé que él no quiere seguir. Pero, ahora, la decisión no depende sólo de él. Las cosas cambiaron un poquito, ¿no?”.
Desde la conducción de Compromiso K, la estructura de militantes patrocinada por Máximo Kirchner y comandada directamente desde la Casa Rosada, aseguraron: “Alberto ya está afuera. El único cambio que debe haber ahora es echar a (Julio) Cobos”. Los ánimos siguen muy caldeados.
Los candidatos. Alberto Fernández debió dar la cara una vez más para anunciar que el Gobierno borraba la explosiva Resolución 125. Fue el único gesto con que se asumió la derrota en el Congreso. El hubiera preferido que corriera con la humillación el otro Fernández, Carlos, jefe formal del Palacio de Hacienda. Después, llegó tarde a la reunión de Cristina con la tropa legislativa en Olivos. No tuvo lugar en la mesa principal.
En ambos extremos estaban ubicados los pingüinísimos Zannini y Parrilli, haciendo de paréntesis a los senadores Miguel Angel Pichetto y José Pampuro –grandes perdedores de la votación final del jueves–, a los diputados Eduardo Fellner y Agustín Rossi –los únicos semiganadores de la crisis– y al ministro Florencio Randazzo, cuya capacidad de convicción sobre las huestes provinciales quedó a mitad de camino.
En la platea que los miraba –y no muy lejos de allí– estaban las fuentes que trazaron el panorama sobre los tres principales candidatos actuales a quedarse con la jefatura de Gabinete: De Vido, Zannini y Capitanich. Los dos primeros integran la porción inamovible del staff de Balcarce 50. Donde sea, tienen trabajo asegurado.
El perfil de Capitanich resulta tentador. Su única contra es que no cuenta con pedigrí K: la desconfianza está a flor de piel por estas horas. Pero el gobernador chaqueño viene acumulando una larga experiencia en la política nacional, a la que llegó para ocupar ese mismo cargo durante la presidencia transitoria de Eduardo Duhalde.
Después volvió a su banca de senador y fue electo en su provincia, desde donde, pese a pertenecer a una familia sojera, funcionó como el vértice más racional de los gobernadores alineados sin fisuras con el Gobierno. Es un hábil negociador, sabe de economía, tiene un trato amable y fama de seductor. Falta la última palabra.
Por lo pronto, Alberto F desmintió sin énfasis su renuncia. “PERFIL dice sandeces”, afirmó. Debería pasarle esa cuenta a sus propios compañeros y colaboradores, llegado el caso.