Crisis financiera y crisis política. Tan complejo es el panorama que Alberto y Cristina depusieron sus actitudes personales y retomaron un diálogo fluido al que se sumó Sergio Massa. El presidente gobierna pero ya no con el individualismo intransigente que caracterizó el último año. La crisis económica se potenció por los errores políticos de la coalición. Coyuntura y proyección, un camino de espinas que busca alivio en 2023 y mejores señales electorales.
Por César Morielli
“Hay que pasar el invierno”. Los costos de la energía fueron la gota que rebalsó el vaso de los gastos públicos y de la cuenta regresiva que jaquea la macroeconomía. En el gobierno hacen cálculos. Aspiran a que dentro de poco más de un mes, cuando terminen los fríos más fuertes del invierno, haya que dejar de importar gas con precios de comodities 5 veces por encima a los del año pasado debido a la Guerra entre Rusia y Ucrania, que hace tambalear la producción y distribución en todo el Mundo. No solo eso. Sin gasoducto y trasportando como sea posible, creen que Argentina podrá exportar un poquito de toda la energía que va a necesitar Europa imperiosamente cuando les lleguen las temperaturas bajo cero. En el viejo continente van a pagar gas de donde venga y a precios estratosféricos.
El presidente Alberto Fernández ató algunos vínculos relevantes en sus últimas giras por el G7 y el G20. En Casa Rosada avizoran que el cambio en la balanza energética traerá mucho alivio. Es un trazo grueso, porque de todas formas seguirá vigente la preocupación por el combustible necesario para una Industria que sigue creciendo y que necesita insumos importados. Como sea, en el oficialismo calculan que será más cómoda la línea de flotación.
Pero la coyuntura es alarmante y es “por un puñado de dólares”. ¿Qué se dirá en esas reuniones que resurgieron entre Alberto, Cristina y Massa? Seguramente sobren los reproches mutuos, pero es saludable que sean en privado. Es inaudito que no hayan mantenido encuentros para coordinar la gestión de gobierno durante prácticamente un año. Con un poco de charla y de careo, y también de anticipación, el debate podría haber excedido el mero reproche por el acuerdo con el FMI y la funcionalidad de Guzmán.
Muy diferente sería el panorama si se hubiese podido motorizar la construcción del gasoducto Néstor Kirchner a la salida del invierno pasado, si el área de Energía no hubiese bloqueado la segmentación de tarifas, y si se hubiesen aumentado las Retenciones al agro apenas 2 puntos. Solamente tres cartas de las que se viene debatiendo hace meses, que no hubiesen resuelto el problema de fondo, pero que hubieran evitado este panorama alarmante. Falló la política y ahora un “puñado de dólares” pone en jaque al gobierno.
La salida del invierno se va a empalmar con los menesteres habituales de la ciudadanía a fin de año y un consumo en niveles récord. Una paradoja en épocas de inflación altísima. Parece chiste, pero en el oficialismo muchos alentarán por sobremanera a la Selección Argentina de Messi en el Mundial de Qatar, y sueñan con una final a mediados de diciembre. Atrás de eso el fin de año y las vacaciones de verano, y las primeras rendiciones de cosecha del campo durante los primeros meses del 2023. Si los astros se alinean, en el final de ese camino vendrán los debates internos para el cierre de listas y la discusión para tener o no una PASO en el oficialismo. Hoy existe una paz firmada que podrá alterarse en marzo y abril del año que viene. En el Frente de Todos, con diferentes recetas según el espacio de la coalición del que se trate, algunos tienen optimismo con encarar el proceso electoral en una economía más ordenada.
En el gobierno tienen datos para proyectar positivamente. Incesantemente desde hace ya muchos meses cae el índice de desempleo, sube el empleo privado, tiene alza el uso de capacidad instalada en la Industria (hoy cerca de una cifra record del 70%, es decir que nunca se produjo tanto como hoy), niveles record de consumo y de actividad comercial, números de recaudación cerda de los ideales, y mucho más. Hay una disociación coyuntural y específica de la economía cotidiana, los indicadores financieros, la macro economía, y la falta de derrame e histeria que genera la poca cantidad de divisas.
Mientras tanto, en la oposición y todos sus tentáculos abunda el golpismo y la desestabilización. El Plan de destrozar el aura de poder histórico del Peronismo se mantiene intacto. Nada hace pensar que se ablandarán esos objetivos. Con o sin helicóptero, quieren un escenario de caos social y económico para marcar al Peronismo para siempre y aplicar recetas de ajuste y concentración de la riqueza con quita de derechos. Coordinadamente, la inflación especulativa apareció de golpe luego de los encuentros de Mauricio Macri con el círculo rojo, en los distintos foros que se hicieron hace dos meses. Fueron muchos más encuentros de los que mostraba el calendario habitual. En concordancia se reflotaron las fake news y los rumores golpistas. Nado sincronizado.
LA LLEGADA DE BATAKIS
Hoy la ministra de Economía Silvina Batakis comienza su segunda semana de gestión. Sabe de paradas difíciles por su experiencia en la Provincia de Buenos Aires pero la realidad argentina excede cualquier pericia. La semana pasada lanzó una serie de medidas que pudieron haber sido pronunciadas por economistas liberales. ¿Le creerá el mercado? En algunas semanas estará la respuesta. Sus primeros días mostraron una fuerte suba del dólar Blue y el dólar financiero. A las menciones de equilibrio fiscal y control del gasto habrá que adobarle realidad concreta, y esperar.
El manual de restricciones de Batakis parece tener el aval de Cristina, que aún mantiene el silencio sobre su desempeño. Apenas un par de satélites del Instituto Patria hablaron, pero enseguida todos interpretaron el mutis de la Jefa y replicaron la actitud. Massa también estuvo de acuerdo en dejar andar a la nueva Ministra. Pero en el firmamento aparece la misma diferencia de diagnóstico que había con Guzmán.
Todas las fuentes del gobierno dicen que no habrá devaluación. Básicamente, que no subirá el precio oficial del dólar, y que la brecha debe reducirse con una baja del dólar Blue para evitar especulaciones financieras. El panorama de las restricciones a las importaciones es una bala de corto alcance, una herramienta que servirá por muy poco tiempo más. Ya hay falta de insumos que no permiten la producción, y cuando esa faltante derrame en áreas estratégicas más le vale al gobierno tener un Plan B a mano.
En el círculo rojo mueven todos los hilos posibles para arengar una suba del dólar oficial. En cualquier manual eso significa más inflación con traslado directo a precios. Sí, aún más. Parte de esa influencia busca concentrar y agrandar la riqueza de quienes más tienen, y de pasó seguir gastando al Peronismo para cumplir el objetivo político de la oposición.
Los cierto es que la devaluación se está produciendo en lo fáctico, y una posibilidad es que el gobierno comience a hacer microdevaluaciones en los próximos meses.
Batakis tendrá a fin de año que cumplir con los compromisos de bonos y de la deuda interna en pesos. Entre sus anuncios avisó que esas herramientas estarán siempre apenas por encima de la inflación porque son un tabique al bimonetarismo. Guzmán lo pudo hacer antes de irse pero las cosas, de todas formas, no se ordenaron. ¿Cómo se podrá pagar a quienes no renueven sus bonos sin recurrir a la emisión? El escenario de probabilidades está lleno de blancos.
Mientras, parece haber cierto consenso en el oficialismo de construir el relato “anti Guzmán” y de transformar al exministro en una especia de chivo expiatorio. Que la salida del discípulo de Stiglitz sirva para construir la épica de una nueva etapa. La semana pasada el nuevo equipo del Ministerio filtró a los medios supuestas “trampas” técnicas del antecesor para poder cumplir con las metas del FMI.
QUE SE DOBLE PERO QUE NO SE ROMPA
La coalición de gobierno profundizó su problema con canibalismo. Las dificultades económicas de la coyuntura son reales. La pandemia de Macri y la del COVID, el endeudamiento atroz, la falta de dólares, las herramientas de emergencia por la pandemia, y luego el estallido de la economía global por la Guerra, que puso al Mundo a consultar a los argentinos sobre cómo batallar con la inflación y la emisión. Pero a todo eso se le agrega una potencialidad que provocó solamente la disputa política de la coalición, que esmeriló el Poder del presidente e inundó todo con tufillo de acefalía y falta de legitimidad.
¿Fue casual o causal la disputa interna? La imagen positiva de Alberto Fernández cayó al 24%, y por primera vez desde que asumió tiene ese registro en un margen inferior al de Cristina Fernández de Kirchner.
Massa plantea fuertes críticas internas y pido cambios de raíz en el gobierno. Los pide ahora. Ya mismo, porque después no alcanzará para ponerse de pie. Mientras tanto le pide a su tropa que mantenga el silencio y aclara que no hay agua en ninguna pileta por fuera de la coalición peronista. Los Renovadores se quedan adentro, pero están dando pelea.
Los socios del Frente de Todos pidieron silencio desde lo más alto para poner un freno a la crisis interna. Sin embargo hay una discusión alrededor del “equilibrio fiscal” que anunció Batakis. Es un eufemismo para no decir “ajuste”, una palabra prohibida en prolegómenos electorales.
En el sendero parecen coincidir inéditamente Cristina y Massa. Ambos quieren meterle plata en el bolsillo a la gente. En definitiva es el precepto que usó la coalición para ganar en 2019. Es una discusión que al ciudadano no le gusta, pero que va de la mano con la solvencia económica. Una cosa no es posible sin la otra.