
La coalición libertaria encabezada por Javier Milei está atravesando uno de sus momentos más delicados desde que asumió el poder. Las divisiones internas dentro del bloque de La Libertad Avanza no han cesado, y las tensiones entre sus dirigentes han escalado al punto de poner en riesgo la unidad. En un intento por retomar el control, Milei decidió intervenir personalmente para frenar los conflictos y reafirmar su liderazgo, exigiendo disciplina y lealtad a sus aliados en el Congreso.
Durante su discurso en el Foro de Madrid, Milei fue tajante al señalar que no hay lugar para disputas internas ni ambiciones personales que pongan en riesgo el proyecto político. «No nos podemos dar el lujo de la dispersión y de las peleas», afirmó ante su audiencia, compuesta por dirigentes de la ultraderecha internacional y miembros de su propio espacio político. Sus palabras no fueron solo un mensaje general, sino una respuesta directa a los recientes conflictos que han sacudido a su bloque en el Congreso, especialmente tras la polémica declaración del senador Bartolomé Abdala, quien reconoció estar utilizando recursos del Senado para avanzar en su candidatura a gobernador de San Luis.
La situación de Abdala es solo un ejemplo de las tensiones internas. A medida que algunos dirigentes de La Libertad Avanza buscan posicionarse políticamente de manera individual, el presidente ha adoptado una postura cada vez más estricta. «No hay lugar para ambiciones personales«, advirtió Milei, enviando un claro mensaje a aquellos que intentan aprovechar su posición dentro del gobierno para impulsar agendas propias. Este llamado a la unidad fue respaldado por Lilia Lemoine, una de las voces más cercanas a Milei dentro del Congreso. «No hay tiempo para disidencias, no hay tiempo para tener ideas propias», subrayó Lemoine, apuntando directamente a los legisladores que, según ella, están desviándose de los lineamientos del presidente.
Sin embargo, mientras el oficialismo lucha por mantener la cohesión interna, el Gobierno sigue enviando señales contradictorias a sus aliados en el Congreso. Aunque Milei había logrado articular una estrategia para coordinarse con los bloques afines y asegurar el veto a la ley de jubilaciones, una serie de decisiones recientes ha vuelto a generar tensiones. La Casa Rosada emitió un decreto que limitó el acceso a la información pública, lo que no solo molestó a sus propios aliados, sino también a Pro, que considera esta medida un retroceso en la transparencia lograda durante la gestión de Cambiemos en 2016.
En este contexto, el Gobierno ha convocado a una segunda reunión de la llamada «mesa parlamentaria«, un espacio creado por el propio Milei para coordinar acciones con los bloques aliados, incluidos Pro y el MID. Aunque la convocatoria aún no se ha formalizado, se espera la presencia de figuras clave como el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. No obstante, la gran incógnita sigue siendo si Milei participará en persona. Fuentes cercanas al mandatario reconocen que a Milei no le entusiasma el rol de liderazgo político en el Congreso, y su asistencia no está garantizada.
Las tensiones no solo se han dado entre LLA y sus aliados, sino también dentro del propio espacio libertario. La renuncia de Lourdes Arrieta, quien acusó a sus compañeros de traición, y la decisión de Francisco Paoltroni de apartarse tras su rechazo a la candidatura del juez federal Ariel Lijo, han profundizado la crisis en el oficialismo. Estos movimientos han obligado a Milei a reconsiderar la estructura de poder dentro del Congreso, intentando reordenar sus filas para enfrentar los desafíos que se avecinan, entre ellos la aprobación del Presupuesto 2025 y la defensa de nuevos vetos presidenciales.
El futuro de los jefes de los bloques libertarios en ambas cámaras también está en duda. Tanto Gabriel Bornoroni, líder de los 37 diputados de LLA, como Ezequiel Atauche, jefe de los senadores, enfrentan un futuro incierto. Según fuentes cercanas al bloque, ambos dirigentes podrían ser reemplazados a fin de año debido a su desgaste y a la creciente insatisfacción entre sus compañeros de bancada. “Ambos tienen el boleto picado”, reconoció un alto colaborador libertario.
A pesar de estos esfuerzos por reordenar su espacio, los problemas internos no han desaparecido. Las discusiones sobre la permanencia de Menem al frente de la Cámara de Diputados se mantienen latentes. Aunque es un protegido de Karina Milei, la hermana y asesora cercana del presidente, su futuro es incierto, especialmente después de la dura discusión que generó la Ley Bases. Menem deberá reunir nuevamente una mayoría en diciembre si quiere continuar en el cargo, una tarea que, según fuentes libertarias, será «extremadamente difícil«.
La situación en el Senado no es mucho más favorable. La vicepresidenta Victoria Villarruel, que también enfrenta problemas de diálogo con su bancada, tiene la ventaja de haber sido elegida por el voto popular, lo que la protege de ser removida. Sin embargo, su liderazgo sigue siendo débil, ya que está aislada de las decisiones clave del Poder Ejecutivo y su relación con los otros senadores es tensa. Aunque logró retrasar el rechazo a un decreto que aumentaba los fondos reservados de inteligencia, su influencia dentro del gobierno sigue siendo limitada.
Mientras tanto, el malestar en Pro ha crecido a raíz de la falta de comunicación previa respecto al decreto que restringió la Ley de Acceso a la Información Pública. “Es un retroceso”, expresaron desde el bloque conducido por Cristian Ritondo. Varios diputados de Pro manifestaron su descontento por no haber sido consultados antes de tomar una medida que consideran contraria a los valores de transparencia que habían promovido durante su gestión. «Vamos a una reunión y parece que todo está bien, pero luego sacan un decreto como este sin previo aviso«, lamentó un legislador macrista.
La relación entre La Libertad Avanza y Pro sigue siendo tensa, y a pesar de que ambos bloques dependen mutuamente para avanzar en el Congreso, las diferencias ideológicas y estratégicas no han hecho más que profundizarse. La reciente conformación de una «mesa de cúpula política«, de la que Pro quedó excluido, ha generado aún más roces. En este espacio de toma de decisiones, liderado por Milei junto a Karina Milei, Santiago Caputo y otros altos funcionarios, la ausencia de representantes macristas ha sido vista como una señal de distanciamiento.
Aunque el gobierno de Milei ha logrado mantenerse hasta ahora, las crecientes tensiones tanto internas como externas ponen en duda su capacidad para avanzar en su agenda legislativa sin un esfuerzo renovado de coordinación política. A medida que se acercan fechas clave, como la discusión del Presupuesto 2025, el oficialismo enfrenta el desafío de recomponer sus relaciones dentro y fuera de su propio espacio.