Esta semana visitó el país, Alberto Gonzáles, Secretario de Justicia de Bush, nefasto por su pasado y presente, por defender la tortura y sostener que “las protecciones civiles contempladas en la Convención de Ginebra se habían convertido en obsoletas”.
Por Mara Fernández Brozzi
Amparador y defensor a ultranza de la tortura como método legítimo y sostenible, Gonzáles, vino a la Argentina para hablar de Terrorismo.
Este personaje oscuro, siniestro por sus antecedentes, hizo su carrera junto a Bush, y consiguió su “celebridad” por un memo secreto que daba vía libre a las torturas en las cárceles de Guantánamo y Abu Gharaib.
En su paso por nuestro país, se entrevistó con funcionarios y entidades judías, y recibió de la AMIA y la DAIA un pedido para que la Casa Blanca intercediera ante INTERPOL, para acelerar la captura de los ex funcionarios iraníes reclamados por la Justicia por el atentado a la mutual judía.
Asimismo, elogió el trabajo de la Justicia Argentina respecto del atentado a la AMIA que desembocó en el pedido de captura internacional de ocho ex funcionarios iraníes, incluyendo al ex Presidente Alí Rafsanjani. Se hizo del tiempo para participar de un homenaje a las víctimas del ataque y de un encuentro con las autoridades de la comunidad judía.
El avalador de la tortura, Alberto Gonzáles, asistió a homenajes y visitas, pero no pisó la Casa Rosada. Mantuvo sí una reunión con el Ministro de Justicia, Alberto Iribarne, quien le solicitó se conmute la ejecución del argentino Víctor Hugo Saldaño, quien apeló su condena a muerte en Texas; solicitud que, no es factible sea tenida en cuenta, ya que una de sus principales características, en su desempeño como Secretario de Estado, cuando Bush era Gobernador de Texas, fue que rara vez tuvieron suerte los pedidos de clemencia que los condenados a muerte le elevaban al Gobernador. Existen datos que sostienen que Gonzáles contaba en su poder con referencias que podrían haber salvado los presos, como informes de salud o capacidad mental, referencias que ignoraba y daba rienda a la ejecución. Durante el mandato de Bush, en Texas, hubieron 152 casos de pena de muerte, más que en ningún otro Estado en la historia.
La Unión Norteamericana para las Libertades Civiles y el Centro para Derechos Constitucionales, lo acusaron de interpretar las leyes para la conveniencia de Bush.
En 2002, este mismo hombre, escribe un memorando secreto en el que considera que la Convención de Ginebra no corría para los “enemigos combatientes”, refiriéndose en ese entonces a los militantes de Al Qaida y los Talibanes de Afganistán. Obra cumbre que permitió que en las prisiones de Guantánamo y Abu Gharaib hubiese vía libre para la golpizas, las humillaciones sexuales, el amedrentar con perros rabiosos y demás barbaridades, avaladas, alentadas y promovidas desde el mismo Estado.
Este es el perfil del hombre que vino a la Argentina a hablarnos de Terrorismo, el “ideólogo de la tortura” considerado así por muchos. Qué puede decir alguien que recorre el mundo buscando presas para legitimar luego acciones de muerte, ¿desde dónde se para alguien que, permite la tortura más cruel sobre un ser humano, para hablar a otro alguien de terrorismo?
“El recuerdo de lo que sucedió aquí, al igual que en nuestro 11 de septiembre, nos pone a prueba. Es en memoria de las víctimas de este atentado y de las personas que permanecen con vida por lo cual luchamos contra el terrorismo. No debemos olvidar jamás y no debemos abandonar nuestra lucha hasta alcanzar la victoria”. Esto expresó Alberto Gonzáles, Secretario de nada más ni nada menos que de Justicia, en su paso por nuestro país.
Palabras como: recuerdo, memoria, víctimas, lucha, olvido y victoria, en un hombre que su memoria no le hace recordar que mandó a la muerte a muchas personas que podría haber salvado, donde la lucha en él pasó, a lo largo de su carrera, por ascender en puestos que lo tuvieron como el mejor de los verdugos, donde el olvido pasa por desconocer las protecciones civiles, y la victoria lleva el nombre de exterminio de todos aquéllos que considera “combatientes enemigos”.
Una visita oscura, la casa podría empezar a reservarse el derecho de admisión.