Son momentos. Si uno sigue la cuenta oficial de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, puede encontrar por momentos los textuales de sus discursos; de a ratos fotos protocolares de sus viajes por el mundo o hasta comentarios de propia factoría en el que cuestiona a los medios o dispara contra la oposición.
Por María Julia Olivan, para Infobae.com
La semana pasado usó Twitter para criticar a la Justicia por el fallo adverso que impide la expropiación de La Rural y por Facebook atacó a Darín que a su vez, había puesto en duda el origen de su riqueza durante un reportaje.
Pero ¿podría mejorar su performance, unificar el criterio de comunicación y lograr que la red incida en su favor en el año electoral que recién comienza? ¿Puede obamizar su cuenta?
Digo “obamizar” porque fue el presidente de Estados Unidos quien entendió antes que nadie de qué manera podía ayudar a llegar a un electorado diferente mediante el buen uso de las redes sociales.
Cristina Kirchner, como Obama, no tenía antecedentes tuiteros y sólo se acercó a la red con un fin político.
Obama, cuando lo hizo, fue pionero. Ni su principal rival John McCain utilizaba la red allá por el 2008 cuando el demócrata hizo la primera diferencia. Este año, la foto del presidente de Estados Unidos abrazado a su esposa Michelle el día de la victoria de la elección presidencial fue el récord de retuits.
Diego Rottman, creador de Periodismo.com, lo explica así: “Obama apostó a las redes cuando no lo hacía nadie. Sus primeros objetivos fueron transmitir su mensaje político y recaudar fondos y fuerza militante para su campaña. El resultado fue impresionante. Captó un votante escolarizado y joven, transmitiendo un perfil moderno y creando una ilusión de cercanía. Ese votante sigue informándose tanto por las redes como por las versiones electrónicas de los medios tradicionales”.
Incluso, en 2012, Obama estuvo muy cerca de perder la elección frente a su rival Mitt Romney que finalmente terminó con la foto más retuiteada del año. El periodista Michael Hastings lo refleja muy bien en su libro Panic 2012. Allí muestra cómo con estrategias ideadas por su equipo de comunicación logró revertir el fracaso en su primer debate público con Romney e incluso los daños electorales del devastador huracán Sandy.
Miren, por ejemplo, el caso de comunicación virtual (citado por el sitio buzzfeed) que sucedió durante su última campaña. Obama fue a la Universidad de Virginia para tener una charla con los estudiantes pero, una vez allí, las autoridades le comunicaron que no era conveniente que dé esa charla porque podría “desconcentrar” a los alumnos en su primer día de clase (en realidad, es porque la comisión que manejaba el asunto respondía a los republicanos).
¿Qué hizo? ¿Se fue ala Casa Blanca o empezó a despotricar contra los republicanos por Twitter? No, no, no. Nada que ver. Ya les cuento.
Obama se fue lo más pancho con su equipo de comunicación a un modesto saloncito de la universidad. La idea se le ocurrió a Teddy Goff, el chico de 27 años que le maneja la comunicación digital.
Le sacaron esta foto y mandaron el tuit “éste es el Presidente Barack Obama”. Iniciaron una sesión en Ask Me Anything (“preguntá lo que quieras”), un servicio del sitio social de noticias Reddit, y se puso a chatear con perfectos desconocidos que ingresan al site que tiene más de dos millones de usuarios regulares.
Además de Obama, allí se pueden encontrar celebrities, profesionales desconocidos y hasta una prostituta.
Lo que quiero decir es que la comunicación digital bien pensada puede lograr cosas relevantes para una comunidad virtual cada vez más activa.
Volviendo a nuestras Pampas, ¿qué debería hacer CFK para obamizar su Twitter?
¿CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS?
Marín Becerra, investigador del Conicet y docente de la UBA y UNQui analiza: “Los twits de Obama se corresponden con una estrategia de comunicación del Partido Demócrata en general y de su candidatura y de su presidencia en particular. Obama contribuye y se pone al servicio de la comunicación política de su proyecto”.
“En el caso de CFK la consistencia es, justamente, en sentido inverso: no hay estrategia de comunicación por fuera de su centralidad casi exclusiva como líder del proyecto que conduce”.
OTRAS
La cuenta de Obama aclara que está dirigida por su equipo de comunicación digital y que los tuits escritos por el presidente llevan su firma.
El Twitter de CFK no se sabe. La cuenta no especifica quién escribe. Un error publicado la semana pasada reveló primero la información de que los controlantes de la cuenta era la empresa Doggo Creativo, que, a su vez, negó luego tener cualquier vinculación con la cuenta de CFK. En el círculo presidencial dicen que es ella misma quien tuitea pero eso es imposible ya que se ven muchos textuales viralizados en el mismo momento en que ella habla.
Obama tiene más de 25 millones de seguidores y sigue a 667.000, lo que representa el 5 % de sus followers, entre los que están casi todos los miembros de su campaña 2012, congresales y hasta ¡periodistas! (Oh my god!!!)
CFK tiene 1.510.000 seguidores y sigue a 50, es decir, al 0,0033 %. No sigue a todo su gabiente pero sí a varios de sus ministros, al jefe del bloque de Diputados Agustín Rossi y al de la bancada de senadores oficialistas Miguel Ángel Pichetto. También al senador tuitstar Aníbal Fernández.
OBAMA TUITEA SIN PELEAR
CFK se euforiza, se victimiza, se envalentona y pega (el gobernador de Córdoba José Manuel de la Sota le pidió por Twitter que guarde el látigo).
Obama es políticamente correcto y la única manera de comunicar situaciones personales es mediante la publicación de fotos de su vida familiar (una de las últimas es las sombras de Michelle y suya con los fuegos artificiales de fondo y el deseo de fin de año).
Cristina suele viralizar fotos de sus viajes e incluso -según contó Rottman- sus tuits más retuiteados son los que aluden al presidente de Venezuela Hugo Chávez.
¿Y cuál sería la ventaja que podría conseguir CFK de tomarse más en serio la comunicación digital?
Podría buscar seducir a millones de usuarios que están en duda con ella: no son los irrescatables que la denostan ni los aplaudidores que la adoran. Y podría, también, generar una nueva relación de mayor horizontalidad con los usuarios al abrir algún canal de chat y sortear la demanda de los periodistas que acusan al gobierno de no aceptar preguntas.
Sobre esto, Rottman agrega que “cuando las redes se transformen en un verdadero canal de conversación entre ciudadanos y políticos se va a cumplir el objetivo de horizontalidad. Las empresas empezaron a entenderlo y algunos políticos usan Twitter y Facebook como vía de entrada para recibir propuestas”.
Para Becerra, “en ningún tipo de comunicación la relación es horizontal toda vez que la diferencia de jerarquías, de competencias, de habilidades y de poder, en definitiva, se hacen sentir”.
“Esto no significa que las redes sociales no alteren, como creo que efectivamente lo hacen, algunos códigos y jerarquías del mundo analógico. Cada espacio de comunicación se dota de una regulación que por un lado reconoce y reproduce las jerarquías institucionalizadas, pero a su vez es creativo en la producción de nuevas jerarquías. En este sentido, y sólo en este caso, diría que las redes sociales permiten ciertos acercamientos entre ciudadanos y políticos profesionales que son difíciles de registrar en el mundo analógico”.
Un nuevo canal podría servir para una nueva comunicación. Menos vertical y agresiva y más horizontal y dialoguista. O sea más moderna. Are we prepared to face future communications, Mrs President?