Moderna, Oxford y China; las tres patas de las principales investigaciones para combatir al Covid-19. Cuáles son las tres propuestas y en qué fase están. Hallazgos importantes, falta de certezas definitivas y efectos secundarios como denominadores comunes.
El aislamiento obligatorio, la higiene personal y el distanciamiento social son las únicas respuestas que existen hoy para frenar la propagación del SARS-CoV-2. Son medidas que a priori intentan ralentizar la transmisión del virus y así evitar la saturación de los sistemas de salud. Pero en última instancia no resuelven el problema de fondo. Es cíclico: se restringe la circulación para bajar los contagios; cuando empiezan a ser menos, se flexibilizan las actividades y eso provoca rebrotes que obligan a los gobiernos a volver para atrás, como hemos visto en otros países. Por eso, la comunidad científica tiene el ojo puesto en el desarrollo de una vacuna para ponerle una fecha de caducidad a la pandemia.
En total, hay 23 proyectos en ensayos clínicos alrededor del mundo y otros 140 que están en desarrollo pero en etapas tempranas. Dentro del primer grupo, hay tres que están llamando la atención especialmente por sus resultados prometedores. Con diferencias técnicas, resultados similares y horizontes políticos distintos, las tres vacunas que se disputan la carrera científica presentan una esperanza para que la pesadilla del Covid-19 termine lo antes posible. Hallazgos importantes, falta de certezas definitivas y efectos secundarios como denominadores comunes.
MODERNA mRNA-1273
Hay tres planos de discusión para abordar el tema de las vacunas: que una vacuna funcione; que una vacuna funcione masivamente; que exista la estructura necesaria para su producción en masa. Son tres cosas distintas. La primera en demostrar el primer punto fue desarrollada por Moderna, una empresa biotecnológica estadounidense, radicada en Massachusetts, que contiene una parte del material genético del virus. Pero ojo, una sola porción de él, que produce justamente su antígeno. En palabras más llanas, es como si la vacuna tuviera solo una parte del virus, que es la que da las instrucciones de copiar y pegar miles de veces lo que justamente lo mata. En vez de reproducirse entero, el virus solo crea la parte que estimula nuestra respuesta inmune. De esta manera, en el momento en que una persona vacunada entre en contacto con el virus real, ya tendrá las defensas necesarias sin haber atravesado la infección.
Los resultados del proyecto encabezado por el laboratorio norteamericano fueron muy esperanzadores. Se determinó también que después de la primera vacunación, las respuestas de los anticuerpos fueron más altas con dosis más altas. Y luego de la segunda vacunación, las defensas contra el virus aumentaron en todos los casos. Pero una arista importante a tener en cuenta en estos desarrollos, son los efectos secundarios. Luego de la primera tanda, ningún paciente manifestó fiebre. Sin embargo, después de la segunda un 40% del grupo de dosis media y un 57% del grupo de dosis alta registró temperaturas elevadas. Más de la mitad de los participantes mostró fatiga, escalofríos, dolor de cabeza, mialgia y dolor en el lugar de la inyección.
OXFORD
Recientemente la revista científica The Lancet aseguró que dos proyectos de vacunas habían pasado a la fase 3 de investigación. Una de ellas es la desarrollada por la Universidad de Oxford en asociación con la farmacéutica Global Astra Zeneca, que está elaborada a partir de una versión debilitada del adenovirus del resfriado común de los chimpancés, pero modificado genéticamente para impedir su multiplicación y con las instrucciones de fabricar únicamente las proteínas del coronavirus. Dicho de otra manera, el virus sería inocuo para las personas, pero ayudaría a nuestro sistema inmune a localizar el coronavirus real y combatirlo. Las pruebas se realizaron a más de 1000 personas de entre 18 y 55 años. Las respuestas inmunitarias en los participantes fueron visibles, tanto a nivel humoral como celular. ¿Cuál es la diferencia?
Los anticuerpos neutralizantes son pequeñas proteínas producidas por el sistema inmunitario que se adhieren a la superficie de los virus y desactivan la enfermedad. A nivel humoral, se producen estos anticuerpos. En el caso celular, la vacuna también produjo células T –o linfocitos T–, que son un tipo de glóbulo blanco que ayuda a coordinar el sistema inmunitario y que pueden detectar qué células del cuerpo han sido infectadas y destruirlas.
En el día 28, se detectaron anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2 en más del 90% de los individuos analizados. A diferencia de la vacuna de Moderna, 9 de cada 10 participantes desarrollaron anticuerpos con una sola dosis, una ventaja frente al proyecto estadounidense. Con esta vacuna, los pacientes también manifestaron efectos secundarios: fatiga y dolor de cabeza, aunque se podían controlar bien con el uso de Paracetamol.
CHINA
La revista The Lancet también nombró a otra vacuna, investigada por el Ejército chino –más específicamente el Instituto de Biotecnología y el Centro Provincial para el Control y Prevención de Enfermedades de Jiangsu– y en la que participa también la compañía CanSino Biologics. La prueba fue testeada en más de 500 personas obteniendo como resultado niveles significativos de anticuerpos neutralizantes y linfocitos T.
A diferencia de la vacuna Oxford, esta emplea un adenovirus del resfriado común humano, no el de los chimpancés, lo que podría presentarse como una desventaja porque algunas personas presentan anticuerpos preexistentes contra este virus. No obstante, la prueba realizada por el Gobierno chino indujo una respuesta de anticuerpos neutralizantes en el 59% y el 47% de estos dos grupos, menor que su contraparte británica. Además, un 74% de las personas presentaron reacciones leves o moderadas, también: fiebre, fatiga, dolor en la zona de la inyección.
¿QUÉ FALTA?
Las tres vacunas ya están trabajando en la fase 3 de su investigación. Pero esta etapa lleva mucho tiempo: hay que contagiar a 30 mil personas y dejar correr los meses para ver su respuesta. Por eso, propuestas como los estudios de desafío humano ganan protagonismo en este contexto. En ellos, se eligen voluntarios sanos que firman su consentimiento. Se los aísla durante 14 días para que no haya ninguna posibilidad de que estén contagiados. De 100 personas se vacuna a 50 y a los otros 50 se les suministra placebo. Dejan pasar entre 14 y 48 días y se les coloca un spry nasal con el coronavirus. En ese contexto, surgen propuestas como el sitio web 1 Day Sooner, que permite anotarse como candidato para participar de los experimentos.
Como se dijo al principio, además de probarla en más gente hay que determinar si la capacidad de producir anticuerpos se corresponde con la de producir una respuesta inmune completa. Otro tema es cuánto dura la respuesta. Moderna anunció que comenzará su tercera y última etapa el 27 de julio en 87 locaciones distintas de Estados Unidos. La empresa radicada en Massachusetts, indicó que podría manufacturar entre 500 y 1.000 millones de dosis al año a partir de 2021, gracias a un acuerdo de colaboración con la farmacéutica suiza Lonza. La vacuna investigada por Oxford también se encamina a su última etapa, que se completará en Reino Unido, Brasil y Sudáfrica. Mientras que se espera que la de China, que culminó la fase 2, también comience el último estadío para conseguir la licencia.