
El Jefe de Gobierno porteño dejará de tener sus días dedicados completamente a la gestión por primera vez después de casi 20 años. Armará su propia fundación con unos pocos leales y sabe que si Bullrich queda fuera del ballotaje tendrá posibilidades de insistir con su deseo presidencial.
Hace un año que Rodríguez Larreta sabía que en unas PASO contra Patricia Bullrich llevaba las de perder. Pero apostó a ser candidato único y salió mal. Incluso así, apostó a una costosa campaña de más de 100 millones de dólares y aceleró a fondo, tejió acuerdos, recorrió todo el territorio nacional pero no pudo imponerse en la interna.
Todo su armado político, en la Ciudad y en todo el país, se desmoronó en un puñado de horas. Pato rengo hasta diciembre, cuando se transformará en un dirigente raso y desde el llano. El golpe fue duro: por primera vez en casi 20 años dejará de tener una agenda 24×7 dedicada a gestionar y administrar poder. En su entorno dicen que lo consuela no ser el “Bolsonaro argentino” que pide gran parte de la ciudadanía. Armará una fundación y se rodeará de unos pocos leales para construir un proyecto democrático, de centro y moderno. Aún se siente candidato presidencial, pero con un camino más largo por delante.
Junto a Horacio estarán su hermano Augusto, Federico Di Benedetto, Eduardo Machiavelli, Ema Ferrario, Marina Fernández, Julia Pomares y su secretaria Jorgelina. Todos los demás, que lo acompañaron al calor del poder porteño, buscan nuevos rumbos. Algunas segundas y terceras líneas podrían sobrevivir en la gestión de Jorge Macri.
Buscará estar más cercano a los dirigentes y los problemas. Un análisis post derrota es que estuvo alejado, frío, calculador y con estricta agenda durante la campaña, con reuniones cronometradas, escuetos vínculos con la gente, conversaciones de no más de 15 minutos o visitas en pleno running. Ahí Bullrich sacó ventaja, que apostó a actividades sin mirar el reloj y poniendo el cuerpo. No pudo empatizar ni con la gente ni con los dirigentes.
Otra lectura es no haber aprovechado el triunfo de Diego Santilli en 2021. Fue un momento ideal para reclamar y ejercer liderazgo dentro de la coalición, pero se priorizó evitar enojos de la cúpula y cuidar los ánimos de los demás caudillos.
Larreta mantiene sus convicciones de construir un proceso transformador y diferente, que abroquele una amplia mayoría multipartidaria, sin kirchnerismo, edificada en los consensos. No quiere ser el líder autoritario y conservador que parece buscar hoy la ciudadanía. Una especie de camino del medio.
Para su futuro es necesario saber qué pasará con Patricia Bullrich. Si logra llegar al ballotaje sus deseos deberán esperar demasiado. Pero si la exministra queda afuera de la ronda definitiva será una derrotada más y su porvenir quedará licuado. Además el actual Jefe de Gobierno tiene a favor el reloj y su juventud en comparativa a sus competidores internos.
Pero además lo impulsa otro deseo: vengarse de Mauricio Macri. Pelearon una batalla y ganó el expresidente, que logró el triunfo con su candidata presidencial y además se quedó con la pulseada para que su primo Jorge pueda heredar la Ciudad. La relación entre ambos está rota.
Sin embargo, en el larretismo aseguran que la relación con Jorge es buena. Pero los primos apodaron como “el traidor” al saliente Jefe de Gobierno. Además, el expresidente hoy está jugando con cartas parecidas a Patricia Bullrich y coqueteando con Javier Milei.
Con Burrich no hay buena onda pero hay respeto. Sin embargo molesta el ninguneo de la ganadora y saben que no tendrán lugar en un eventual gobierno de ella.
“Voy a trabajar para que gane Juntos por el Cambio, voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que Patricia Bullrich sea presidenta, porque no creo en las posiciones extremas, en la agresión y en la violencia como forma de hacer política”, dijo Larreta en un programa de televisión luego de la derrota. En su entorno además negaron posibles vínculos con Sergio Massa y creen que el oficialismo busca ensuciar aún más la lodosa cancha opositora.
La situación es diferente en Provincia de Buenos Aires, donde muchos dirigentes larretistas colaboran con la campaña de Grindetti con el objetivo de sacar a Kicillof.
En lo personal, el viernes 23 viajó a Santiago de Chile junto a su pareja, Milagros Maylin, y allí pudo desconectarse del teléfono durante un par de días. Lo primero que hará en diciembre es pasar tiempo con sus hijas, estudiar algún posgrado y dedicarse al deporte, una de sus pasiones. El sustento será la empresa agropecuaria familiar.
“La victoria de Milei refleja el hartazgo de mucha gente con una política que no dio resultados”, analizó en una entrevista con Eduardo Feinmann. Pero agregó: “Yo no estoy de acuerdo en cómo se canaliza ese hartazgo. Seguiré buscando unidad y coaliciones”. Con esas ideas buscará su nuevo futuro.