El autor de la nota le responde a Fernando Pedroza, quien entró en polémica con el ex funcionario a propósito de una columna publicada en diario PERFIL sobre la relación de Milagro Sala y Gerardo Morales.
El profesor Fernando Pedroza responde, en la edición del 6 de diciembre de PERFIL, mi nota “Civilización o barbarie” con una serie de afirmaciones que quisiera contestar. En primer lugar: jamás objeté la calidad moral de Gerardo Morales, mi crítica es absolutamente política.
Se ataca por todos los medios de comunicación a Milagro Sala como la “violenta” responsable de un escrache a Morales. Pero cuando se adjudicó el hecho Oscar Romano, del denominado Movimiento Campesino Jujeño, no hubo pedido de disculpa a la acusada, sino que el dirigente radical sumó una denuncia por enriquecimiento ilícito, aprovechando la polvareda mediática antes levantada.
La funda en montar un Estado paralelo, es allí cuando surge mi respuesta. Efectivamente, Milagro Sala tuvo que armar una organización social ante la caída del Estado en el año 2001, que coincide con la gestión de Morales en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Esto no me quita responsabilidad. Soy peronista, sé que la caída de 2001 fue consecuencia de las políticas implementadas en la década anterior durante la cual mi partido fue gobierno. Esto no exime a Gerardo Morales, quien en Jujuy, su provincia, debería tener una mirada más integral, más política, del fenómeno Tupac Amaru. Situación que no sucede: en su doble acusación sin disculpa mediante, está la intención de estigmatizar como sea a esta mujer. Es entonces cuando encuentro que unos días antes del escrache y mientras se discutía la Ley de Servicios Audiovisuales y Morales objetaba el uso de la pauta oficial, Milagro Sala le pide que sea coherente y no critique en Buenos Aires lo que recibe en Jujuy.
Expone que el dirigente radical obtiene mensualmente $ 140 mil de pauta oficial para una FM (trucha) de Jujuy. Le manifiesto, profesor, que en ningún caso defiendo que quien maneje dineros públicos esté exento de control. Lo que me llama la atención es la animosidad con que en una semana, la misma persona denuncia dos veces consecutivas a una dirigente de un movimiento que salió de la crisis social más grande de la historia de los argentinos. La relación entre Sala y Morales parece no haber sido siempre conflictiva: fotografías halladas en Internet documentan encuentros recientes en los que ambos sonreían ante cámara. Encuentro en la polémica por la pauta el motivo del quiebre.
Mientras los medios pulverizan la imagen de Milagro Sala, los comunicadores más importantes de la TV piden “mano dura” para los pobres menores de edad, presuntamente responsables de los robos y asesinatos. Nos muestran, a su vez, una nueva imagen del éxito: el Sr. Ricardo Fort.
Este mimado por los divos de la televisión tiene 41 años y muchos millones de pesos heredados de papá, a quien se encarga de denostar por haberle exigido ir a la fábrica a trabajar en su juventud. En diciembre de 2001, año de la caída del Estado argentino, Fort tenía 33 años y, según ha manifestado, se fue a vivir a Miami, se compró un Rolls Roys, relojes por miles y miles de dólares y botas por otros tantos miles. En cada aparición nos exhibe nuevas adquisiciones ante el encanto de los conductores. El mensaje es tener para ser.
Milagro Sala tenía 38 años en 2001. Antes, en su juventud, deambuló por las calles, robó y fue presa, consumió drogas, pero desde entonces hasta hoy, según cuenta el director de cine Miguel Pereira en su película Milagro en Jujuy, se construyeron por parte de la Organización Tupac Amaru, en Jujuy, 3.500 viviendas, 14 polideportivos con fútbol, básquet y pileta de natación, un colegio secundario y se está inaugurando uno de Educación Especial, una fábrica de bloques, una de adoquines, otra de caños, a éstas agregaron una textil para guardapolvos. Creó una obra social, entidad que cuenta con 72 mil asociados que tienen cobertura médica y remedios gratis.
Emplea en este tiempo a 2.700 personas que cobran su sueldo en blanco. Nada de esto se vio por TV, muy ocupada en cubrir la opulencia de Fort y los reclamos de “mano dura”.
En el año 2001, más del 50% de la población estaba bajo la línea de pobreza. Al día de hoy, llegan a la mitad, una barbaridad. Los jóvenes que hoy tienen 15 años en ese entonces tenían 7, dejaron la escuela, son analfabetos, lo único que entra a su casa es la TV que nos muestra que hay que ser como Ricardo Fort, tener para ser. El problema es que a estos chicos sin escuela nadie les enseñó cómo se tiene. Allí entonces cobra dimensión la obra de Milagro Sala al generar viviendas, empleos, escuelas, salud y recreación. Sólo basta pedir cuánto bajó el delito en Jujuy en estos años y cómo subió en otros lugares. Busque estos números, estimado profesor, y comprenderá mi reacción.
Por Eduardo Valdés, ex jefe de Gabinete de la Cancillería