Es el objetivo que se plantea el jefe de Gabinete, dando muestras de las debilidades que definieron la salida de Alberto Fernández. Se mostró como la cara visible de la “oxigenación” del gobierno y trató de entablar contactos con todas las líneas. Readoctrinó a gobernadores y encuadró a los radicales K. En su entorno se muestran contentos y aseguran que está “todo más que bien”. Por ahora, hizo las paces con Albistur y no logró uno de sus objetivos: la salida de Guillermo Moreno.
Sergio Massa festejó el día del niño en Tigre, pero como demostración del acelere que le produce su nuevo papel, lo hizo un día antes. Aunque no estuvo sólo, lo acompañó el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, su vecino y compañero de barco. Fue el broche de su comienzo como espada del Gobierno.
Apenas asumió la Jefatura de Gabinete, Massa fue sincero. Paró la pelota y pidió una tregua: “Denme quince días y si no cambia nada, entonces sí, digan que soy un pelotudo”. El hombre de Tigre cumplió el sábado su primera quincena en el Gobierno y todo indica que para el massismo el saldo es “positivo”.
“En la ANSES no nos daban tres meses y terminamos una gestión que cambió positivamente los mecanismos y la imagen del organismo. Es cuestión de tiempo”, aseguró entusiasmado un miembro de la mesa chica del jefe de Gabinete.
La llegada del intendente de Tigre (en uso de licencia) al Gobierno nacional oxigenó la gestión de Cristina, pero desde los pasillos de la Jefatura se niegan a enmarcar la figura de Massa con un “lavado de cara”. “La principal crítica es que los cambios con Sergio sólo son una cuestión de maquillaje. Massa vino a gestionar”, agregó la misma fuente.
En sus primeros quince días, Massa no dejó de lado ningún sector. Envalentonado con el entusiasmo de la asunción, el ex director de la ANSES buscó cumplir a rajatabla la instrucción de la Presidenta. Readoctrinar los cuadros del peronismo díscolo, encuadrar a los radicales K y controlar las huestes del albertismo. Para la primera contó con el apoyo del ministro del Interior, Florencio Randazzo, con el cual también se le adjudicó una interna. “Con el flaco está todo más que bien; tienen papeles distintos, pero es imposible pensar en interna”, avisaron desde Balcarce 50; sin embargo, por lo bajo aseguran que se miran con cuidado: “Acá está todo perfecto pero no se confía en nadie”.
Con las cuestiones de fondo, Massa no pudo pelear. Intentó sin remedio apurar la salida de Guillermo Moreno y perdió la batalla por la Secretaría de Medios. Pepe Albistur fue ratificado y ahora juntos coordinan el “nuevo plan de comunicación”. “Hay una tregua, saben que si no trabajan en equipo nos vamos todos”, explicaron a este diario desde Medios.
Massa formó parte de la comitiva que viajó a San Juan y a Mendoza, realizó su presentación oficial en el interior y se reunió con la cúpula de la CGT. “Con Néstor casi no se hablaron y con Cristina se lleva excelente. El papel es gestionar”, cuentan en la Rosada. Recién ahora Massa logró establecer hilos con la parte K más dura: el pingüinismo. Desde el sector de Rudy Ulloa miraron con desconfianza “las intenciones” del nuevo jefe de Gabinete, pero ahora cambiaron los papeles.
“Los pingüinos entendieron que Massa puede ser un buen aliado para seguir ganando terreno, y además se lo hicieron entender”, explicó una fuente oficial. Desde el lado de Massa dieron una versión más relajada: “Con el pingüinismo siempre se estuvo bien”. Con algunos cambios, el nuevo funcionario tuvo que sortear algunos inconvenientes. A pocos días de asumir, desde la Quinta de Olivos le dieron una orden: “No hables más”, en alusión a la fuerte presencia que estaba teniendo en los medios. Así fue como se tuvo que llamar a silencio, o al menos bajar el perfil.
Por ahora el massismo, la nueva vertiente del Gobierno nacional, hay tranquilidad mientras repiten una frase de su jefe: “Hay que levantar al Gobierno”. Ese es el objetivo principal, el resto “sale solo”, chicanean entre risas.