Por Facundo Aveiro
La reciente aprobación de la Ley Bases y la implementación del Régimen de Ingreso, Gastos e Inversiones (RIGI) han despertado un debate profundo sobre su impacto en el empleo formal y el sindicalismo en Argentina. Estos marcos legales, presentados como mecanismos para modernizar la economía, plantean serios interrogantes sobre el futuro de los derechos laborales y la viabilidad de las pequeñas y medianas empresas.
¿Corre peligro el empleo formal?
Uno de los mayores riesgos que trae consigo la Ley Bases es la flexibilización del mercado laboral, lo que podría derivar en una mayor precarización del empleo formal. Si bien se argumenta que estas reformas incentivarán la contratación, la realidad es que la reducción de derechos laborales y la falta de garantías para los trabajadores podrían generar un escenario donde el empleo formal, tal como lo conocemos, desaparezca gradualmente. En un contexto donde el empleo informal ya es alarmante, estas medidas podrían agravar aún más la situación, desplazando a miles de trabajadores hacia la informalidad.
RIGI: ¿beneficio o perjuicio para los trabajadores?
El RIGI promete eficiencia y transparencia en la gestión económica, pero su aplicación podría tener consecuencias devastadoras para los trabajadores. Al centralizar las decisiones en materia de ingresos y gastos, se corre el riesgo de que los recortes se enfoquen en las protecciones laborales y sociales, dejando a los trabajadores desprotegidos frente a los intereses empresariales. El beneficio que se anuncia parece estar dirigido más a las grandes corporaciones que a los empleados que sostienen la economía del país.
Impacto en las PYMES: ¿una sentencia de muerte?
Las PYMEs, que constituyen el corazón del empleo en Argentina, podrían verse gravemente afectadas por las exigencias del RIGI y la Ley Bases. La carga administrativa y los costos asociados podrían llevar a muchas de estas empresas al cierre, incapaces de competir en un mercado que favorece a las grandes corporaciones. Esto no solo amenaza el empleo de millones de argentinos, sino también la diversidad y resiliencia de la economía nacional.
Milei y los sindicatos: ¿por qué la CGT no confronta?
En este escenario, la pasividad de la CGT frente al gobierno de Javier Milei resulta desconcertante. A pesar de las políticas que claramente perjudican a los trabajadores, la central sindical ha evitado una confrontación directa, lo que genera en la sociedad especulaciones sobre posibles acuerdos o simplemente una falta de estrategia o de fortaleza política y gremial para concretar acciones. La falta de una respuesta firme deja a los trabajadores sin un defensor efectivo en un momento crítico.
¿Es el fin de los sindicatos?
La Ley Bases y el RIGI podrían representar el fin del sindicalismo tal como lo conocemos. Si los sindicatos no logran adaptarse y resistir estas reformas, corren el riesgo de volverse irrelevantes, dejando un vacío en la defensa de los derechos laborales. La historia nos muestra que la eliminación de los sindicatos siempre ha conducido a la precarización laboral. Sin embargo, queda la esperanza de que, ante el embate de estas políticas, surja una nueva forma de organización sindical capaz de revitalizar el movimiento obrero en Argentina.