Mostrando su conocimiento sobre la provincia, el vice de Scioli no puja por puestos importantes en el gabinete y ubica a su gente en cargos de segunda línea con fuerte manejo de caja. El ojo puesto en IOMA y la secretaría de Obras Públicas.
Fuente: La Política OnLine
Mientras el gobernador electo Daniel Scioli plantea un tire y afloje incesante con Néstor Kirchner para armar el gabinete que lo acompañará en su primera experiencia como titular de un cargo ejecutivo, su vice Alberto Balestrini teje por detrás una soberbia estrategia que deja de manifiesto su olfato político y su detallado conocimiento de los rieles por los que se traslada el andar bonaerense.
Sin entrar como actor o partícipe secundario de la lucha de poder por los principales cargos ministeriales, la jugada del todavía presidente de la Cámara de Diputados pasa por el detrás de escena: los cargos de segunda línea.
De ese modo, evita confrontaciones importantes con la Casa Rosada y entra a la gobernación bonaerense sin rispideces importantes, teniendo en cuenta la dura batalla que se espera en el conurbano con la vuelta del ex presidente Eduardo Duhalde a la vida política.
Pero su estrategia, además, tiene otro punto clave: los cargos donde ubica gente de su confianza y que responde directamente a él manejan una importante caja.
Así, el primer blanco al que apuntó fue IOMA, la obra social bonaerense que nuclea a todos los trabajadores del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la provincia de Buenos Aires. Para tener real conciencia de lo que se mueve allí, vale sólo aclarar un dato: maneja más fondos que el ministerio de Salud de la provincia.
Para la obra social, Balestrini ya eligió a Antonio La Scaleia, quien hoy oficia de vicepresidente, detrás de Alberto Mazza, quien abandonará su cargo. Pero las polémicas no tardan en llegar.
Al parecer, en el equipo que el vice de Scioli tiene pensado para ocupar IOMA, aparecen muchos nombres que a su vez están vinculados a empresas prestadoras de la obra social, empresarios de la salud con intereses económicos directamente relacionados vía contractual con IOMA. Basta con recordar los escándalos de Luís Barrionuevo y Ángel Tonietto –cuñado de Graciela Fernández Meijide, acusado de favorecer a una empresa de su esposa-, ex interventores del PAMI, para descifrar cómo podría terminar este punto.
El otro espacio en blanco del listado de funcionarios donde las altas esferas no gastaron sus lapiceras y Balestrini aprovechó el hueco es la secretaría de Obras Públicas. Allí, mientras fuentes del sciolismo aseguran que el nombre del futuro ministro de Infraestructura –puesto del que se autoexcluyó el electo diputado Daniel Katz- se guarda “bajo completo y total hermetismo”, Balestrini ya apuntó para la segunda línea la continuidad Oscar Nicolás Bronzina, actual subsecretario de Obras Públicas. En caso de que se reacomode el ministerio, se transformaría en secretaría y Bronzina se quedaría con todo el poder y la caja de la obra pública. Éste ya ocupó ese puesto en La Matanza, cuando Balestrini era intendente.
Este puesto clave no queda en tanta exposición como el ministerio, pero es el que define y organiza los millonarios contratos para la obra bonaerense, además de mantener estrecho contacto con el ministerio de Planificación nacional, en el cual quedaría el cuestionado Julio De Vido.
Con este panorama, la situación es clara: mientras Kirchner y Scioli pelean en el ring cuerpo a cuerpo por poner sus nombres, desde la primera fila en absoluta comodidad Balestrini mueve sus piezas, dando muestras claras de muñeca política y profundo conocimiento de las siempre calientes tierras bonaerenses.