Benedicto XVI se limitó a decir que el mundo vive una "crisis profunda". Sin embargo, el cardenal Soldano le dijo ante los cien mil fieles reunidos en la Plaza San Pedro: "Con usted está el pueblo de Dios, que no se deja impresionar por las habladurías del momento".
Ante cien mil fieles que desbordaban la plaza de San Pedro pese a la lluvia y el tiempo destemplado, el Papa dijo en su mensaje de Pascua "a la ciudad de Roma y al mundo" que "también en nuestros días la humanidad necesita la salvación del Evangelio para salir de una crisis que es profunda y que como tal requiere cambios profundos a partir de las conciencias".
Benedicto XVI, que lucía en buena forma tras una agotadora Semana Santa agitada por las polémicas en torno a la Iglesia y su conducta frente a los abusos sexuales a menores de curas y religiosos en varios países del mundo, afirmó que es necesario "un éxodo" de "conversión espiritual y moral", no de ajustes superficiales.
El pontífice no aludió a las polémicas, pero sí lo hizo el ex Secretario de Estado y Decano del Sacro Colegio, cardenal Angelo Sodano, encargado de dirigir un mensaje de augurios a Benedicto XVI. Rompiendo con el protocolo, el purpurado le dijo entre las aclamaciones de la multitud que "con usted está el pueblo de Dios, que no se deja impresionar por las habladurías del momento y las pruebas que golpean a la comunidad de los creyentes".
El Papa dirigió al final un saludo en 65 idiomas "urbi et orbi". En su mensaje dirigió un palabras "cargadas de consuelo y aliento" a las comunidades cristianas que "especialmente en Irak conocen pruebas y sufrimientos".
Benedicto XVI mencionó a los países latinoamericanos "que experimentan un peligroso recrudecimiento de los crímenes vinculados al narcotráfico". Auspició que "la Pascua de Cristo" represente "la victoria de la convivencia pacífica y el respeto por el bien común".
El Papa alentó especialmente en su mensaje pascual a los millones de latinoamericanos damnificados por los terremotos en Haití y Chile, que en enero y febrero causaron miles de muertos, heridos y grandes destrucciones.
A los chilenos el Papa Ratzinger les pidió que "afronten con tenacidad y sostenidos por la fe, los trabajos de reconstrucción".
A los responsables de las naciones reclamó que la actividad económica y financiera "se base finalmente en criterios de verdad, de justicia y de ayuda fraterna".
En cuanto al aborto, Benedicto XVI condenó la "cultura de la muerte y pidió "que la vida sea respetada".
Por otro lado, el predicador pontificio, padre Raniero Cantalamessa, pidió perdón a los judíos por su homilía del Viernes Santo en la basílica de San Pedro ante el Papa, en la que leyó la carta de "un amigo judío" que no identificó. En ella, se compararon los ataques que sufre el Papa por sus presuntas coberturas de curas abusadores cuando era el responsable de la doctrina y la disciplina de la Iglesia, bajo el pontificado de Juan Pablo II, con el antisemitismo.
Esas declaraciones causaron indignación y palabras de condena y desprecio en las comunidades judía. Cantalamessa, franciscano de 75 años, en una entrevista al "Corriere della Sera" dijo ayer que "si contra mi intención he dañado la sensibilidad de los judíos y las victimas de la pederastia, estoy sinceramente apenado y pido perdón".