La presidenta tiene la posibilidad de impulsar antes de fin de año ante el parlamento el proyecto de Unión Civil entre personas de un mismo sexo que las distintas organizaciones homosexuales y el INADI impulsan desde hace años. Un claro caso de discriminación de derechos humanos que Cristina Fernández tiene la posibilidad de remediar si se modifican los articulos 172 y 188 del Código Civil. Fuerte presión de la Iglesia
Cuando todo hacía pensar que este primero de diciembre iba a tener lugar en la Ciudad de Buenos Aires la primera Unión Civil entre homosexuales, finalmente el Jefe de Gobierno de la ciudad desoyó un nuevo fallo de la jueza en lo Contencioso Administrativo y Tributario N° 15, Gabriela Seijas, quien había autorizado el casamiento.
Mauricio Macri no había apelado el fallo de Primera Instancia del fuero porteño, pero luego que la Cámara Nacional Civil confirmara la disposición de la titular del Juzgado Nacional en lo Civil Nº85, Marta Gómez Alsina, quien había ordenado suspenderlo, prefirió esperar.
Una contradicción más de Macri quien la semana pasada se vio envuelto en un fuerte cruce con el cardenal Bergoglio, lo que le valió el silencio de la mismísima Gabriela Michetti. Por esas cosas de la vida política, todo ello transcurría mientras la presidenta estaba a los besos en el Vaticano con el mismísimo Papa Benedicto XVI. ¿Suena raro, no?
En realidad estamos frente a un conflicto planteado entre dos jueces de distintas jurisdicciones, en el que los juristas no se ponen de acuerdo y donde está en juego la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires y de la Justicia local. Mientras Macri sufre un nuevo desgaste, la presidenta eligió, una vez más, un llamativo silencio para estos temas.
Alex Freyre y José María Di Bello deberán esperar la decisión de la Corte Suprema, encargada ahora de resolver la validez o no del matrimonio entre personas del mismo sexo. Hoy se hubiera producido el primer matrimonio gay de Latinoamérica, pero seguramente es sólo una postergación.
Lamentablemente se ha jugado con la ilusión de los chicos, dos verdaderos luchadores y defensores de los derechos de los homosexuales y de personas con HIV Sida. Un grupo de abogados pacatos, ultracatólicos y fascistas, defensores, muchos de ellos de militares acusados de lesa humanidad, representados por la magistrada Gómez Alsina impidieron tener su jornada más feliz.
Pero Alex y José María no estuvieron solos, organizaciones gays y de derechos humanos los acompañaron en señal de adhesión y solidaridad en todas estas horas. Hay toda una comunidad que desde siempre ve avasallados sus derechos y es claramente discriminada ante la Ley respecto de las personas heterosexuales.
Un hecho que hace a la intimidad de los individuos que exige un reconocimiento legal sigue postergado. Sin embargo, la sociedad demuestra una madurez antes impensada. Y esas muestras de afecto y solidaridad se vieron en las últimas semanas.
EL EXTRAÑO SILENCIO DE LA PRESIDENTA
Las encuestas señalan que más de un 60 % de la población del país apoya el matrimonio homosexual y que un 82 % de los porteños se manifiesta en la ciudad de Buenos Aires en el mismo sentido. Casi 100.000 personas se manifestaron en su apoyo el mes pasado.
Es por eso que para saldar esta deuda histórica y terminar con un miserable problema de competencia de fueros en la Justicia, la señora Cristina Fernández de Kirchner quien ha hablado de derechos humanos hasta bastardearlos, tiene una oportunidad histórica de impulsar desde el Congreso los cambios que el Código civil necesita para que esta vieja lucha sea una realidad.
Ya pasó por el Vaticano y su miedo de recibir un reto del Papa. Ya se sacó la foto por la conmemoración de los 25 años del Acuerdo de Paz con Chile que ella ni su marido apoyaron en 1984.
Ya es el momento de anticiparse a la Corte Suprema y permitir que los legisladores del Frente para la Victoria den quórum en Diputados y Senadores y tomen el proyecto de ley de la Falgbt con Inadi o de las diputadas Silvia Ausburger o Vilma Ibarra para que se haga Justicia y se permita el matrimonio y la adopción para contrayentes del mismo sexo.
Es hora de no hacer más uso de los derechos humanos y de ejercerlos y defenderlos realmente, por la Igualdad que reza la letra de nuestra Constitución Nacional, porque, si no, ¿de qué progresismo me habla señora?
Por Eduardo Román