
El inicio de las sesiones extraordinarias comenzó con falta de actividad en el Senado y la reducida visibilidad de la vicepresidenta generan interrogantes. Mientras el oficialismo mantiene reuniones con diputados aliados, aún no se han definido encuentros con senadores para avanzar en los temas prioritarios de la agenda legislativa
El primer período de sesiones extraordinarias bajo la presidencia de Javier Milei comenzó oficialmente, pero la inactividad en el Senado y la aparente marginación de la vicepresidenta Victoria Villarruel generan críticas dentro y fuera del Congreso. A pesar de la convocatoria formal, el Ejecutivo no ha presentado una agenda clara ni ha movilizado las comisiones necesarias para discutir los temas prioritarios, mientras que la figura de Villarruel, líder del Senado, sigue apartada de las decisiones políticas de mayor peso.
Si bien el gobierno libertario ha convocado para hoy una reunión con un grupo de diputados aliados para debatir las próximas iniciativas, hasta el momento no se han dado señales de encuentros con los senadores. Esta falta de coordinación entre ambas cámaras legislativas incrementa la incertidumbre sobre los objetivos reales de las sesiones extraordinarias y refuerza las críticas sobre la gestión legislativa del oficialismo.
Desde los pasillos del Congreso, la falta de comunicación entre los líderes del oficialismo y el Senado ha provocado malestar incluso entre los legisladores más cercanos a Milei. Fuentes del entorno político consideran que las tensiones internas sobre el enfoque de las reformas explican parte del estancamiento. La oposición, por su parte, denuncia que la convocatoria a extraordinarias ha sido un “simulacro” sin contenido real, diseñado más para la tribuna que para la acción concreta.
“La parálisis del Senado refleja una falta de liderazgo y una incapacidad para generar consensos. Las reformas no se logran con discursos, sino con acuerdos y trabajo legislativo”, señaló un legislador opositor.
Victoria Villarruel, una figura clave en la construcción de la narrativa libertaria, ha mantenido un perfil bajo, lo que intensifica las especulaciones sobre su rol dentro de la coalición gobernante. Su escasa participación visible en la agenda parlamentaria alimenta la percepción de un aislamiento político, un movimiento que podría responder a estrategias internas o a diferencias de enfoque en la conducción del Gobierno.
El Gobierno aún no ha ofrecido explicaciones claras sobre la falta de avances en la Cámara Alta, lo que alimenta las críticas sobre su enfoque centralista y la aparente desconexión con los procedimientos institucionales. En lugar de ser una herramienta para la transformación, las sesiones extraordinarias parecen convertirse en un reflejo de las dificultades para gobernar en un contexto de alta fragmentación política y expectativas insatisfechas.