El pronóstico de Toshiba es un indicador de que el fin de la escasez de chips, y los problemas que esta provoca, aún está lejos de terminar.
La escasez de chips podría estar lejos de llegar a su fin. Toshiba, que suministra componentes para automóviles, electrónica de consumo y máquinas industriales, dice que no podrá cumplir con la demanda de reguladores de energía hasta dentro de un año y, en algunos casos, hasta finales de 2022. Este desalentador pronóstico amenaza las posibilidades de recuperación del golpeado sector de los semiconductores para este año.
Según Reuters, el director de una de las plantas chips de Toshiba, Takeshi Kamebuchi, dice que los reguladores de energía son considerados «un producto básico» y no requieren un sistema de producción avanzada. Sin embargo, debido a la escases de material y la alta demanda, la compañía no puede cumplir con los pedidos. «El suministro seguirá siendo muy escaso hasta, al menos, septiembre del próximo año», asegura.
Aunque los reguladores de energía son «baratos», no son menos importantes que los semiconductores de alta tecnología, los cuales también se ven afectados por la escasez de chips. Kamebuchi explica que si el procesador es el cerebro de un dispositivo electrónico, los componentes relacionados al control de la potencia son como el corazón y el sistema vascular. Es decir, en muchos casos, son indispensables.
Con el objetivo de hacer frente a la escasez de chips, Toshiba planea invertir unos 545 millones de dólares en un plazo de tres años para impulsar la producción de este tipo de semiconductores. Si bien en lo inmediato no está contemplado, la compañía podría hacer inversiones adicionales para construir una nueva fábrica. Esto último iría en línea con los planes de TSMC, que también planea construir nuevas plantas.
“Por lo general, recibimos pedidos con semanas y meses de anticipación. Pero actualmente enfrentamos cada vez más consultas durante medio año en el futuro y más allá”, dice el ejecutivo a Reuters. No obstante, los inversores llaman a invertir con cautela debido al temor que con el paso del tiempo disminuyan los pedidos impulsados desde que surgió la pandemia de coronavirus.
Lo cierto es que la industria sigue padeciendo las consecuencias de la escasez de chips. General Motors, el fabricante de coches más grande de Estados Unidos, dijo el pasado jueves que cerrará temporalmente varias de sus fábricas en América del norte debido a la falta de componentes esenciales. Volkswagen, por su parte, también analiza un nuevo recorte de producción.
Pero no solo se trata de la industria automotriz. El mundo de los videojuegos también ha sido golpeado. En la actualidad es una misión imposible conseguir una consola de nueva generación, ya sea PS5 o Xbox Series X.
Asimismo, también afectado por la minería de criptomonedas, conseguir una tarjeta gráfica a precio regular es algo muy difícil de lograr.