Por Juan Francia, desde Paris.
Con el resultado de la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia, las cifras indican que Agrupamiento Nacional, la fuerza política de extrema derecha conducida por Marine Le Pen, obtiene el 33,5% de los votos, la coalición de izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP) el 28,1 %, Renacimiento, el partido del presidente Macron, 20,7 % y Los Republicanos, la derecha clásica, un 10 %. Pero los ultraderechistas deberán esperar al próximo domingo 7 de julio para saber si alcanzan la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional o si, por el contrario, se revierte su avance.
No hay nada definido todavía, las proyecciones resultan engañosas, podría darse el caso de que el Agrupamiento Nacional obtuviera mayor porcentaje de votos en la primera vuelta y luego perder la elección en segunda vuelta. El sistema electoral francés no es proporcional, es decir, que las candidaturas se juegan en cada circunscripción, donde sólo un diputado resulta electo.
Si un candidato a diputado obtiene más del 50 % de los votos de su circunscripción en primera vuelta, resulta electo, en caso contrario se debe ir a una segunda vuelta que se disputará entre los dos candidatos más votados. Pero pueden ser tres candidatos, si el tercero más votado alcanza el 12,5 % de los votantes inscriptos en los padrón electoral.
La participación en las elecciones ha llegado al 66 %, o sea el 21,5 % más que en las elecciones legislativas de 2022. La explicación de este considerable aumento de la participación se puede comprender por el hartazgo que ha provocado la gestión de Emmanuel Macron, y la excepcional ocasión de expresar ese disgusto a partir de la disolución de la Asamblea Nacional decretada por Macron luego de la derrota electoral en las elecciones europeas del 9 de junio pasado.
Las políticas neoliberales de Macron, la inflación, la pérdida de poder adquisitivo, vienen erosionando la figura del presidente y de su partido.
El presidente de la República es sin dudas el gran derrotado de esta jornada del 30 de junio; a más de cuatro horas del cierre de las urnas el silencio presidencial testimonia la frustración por los magros resultados obtenidos.
El primer ministro, Gabriel Attal, miembro del partido de Macron, ha llamado a votar el 7 de julio contra el Agrupamiento Nacional, y a retirar los candidatos de su partido cuando estén en tercera posición, para impedir que la extrema derecha acceda a la mayoría absoluta.
Sin embargo, la postura de Attal no parece compartida por todos los aliados políticos del gobierno. Edouard Philippe, presidente del partido centrista Horizontes, y antiguo primer ministro de Macron, llama a no votar por «extremos», que según Philippe integran el Agrupamiento Nacional y La Francia Insumisa (LFI). LFI forma parte del Nuevo Frente Popular, y al hacer esta discriminación contribuye a diluir la fuerza del NFP. La misma posición es sostenida por otros políticos de centro y derecha y está en línea con la diabolización sistemática que se aprecia en las editoriales de los medios de comunicación, tanto públicos como privados, contra LFI y su líder Jean-Luc Mélenchon.
La coalición de izquierda del NFP ha quedado en segunda posición y todo indica que para la segunda vuelta del 7 de julio, muchos de los duelos electorales se definirán entre el NFP y la extrema derecha.
El mensaje del líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon ha sido que si NFP queda en tercera posición y hay riesgo de que un candidato de la extrema derecha resulte electo, ellos renunciarán a su candidatura para evitar la dispersión de votos y así favorecer las opciones republicanas. De esta manera persiguen evitar que la extrema derecha forme un gobierno con mayoría absoluta.
En el mismo sentido François Hollande, expresidente de Francia y candidato a diputado por el NFP, ha calificado para la segunda vuelta, y llama a votar por todos los republicanos el domingo 7 de julio y contra el Agrupamiento Nacional.
MANIFESTACIONES CONTRA LOS ULTRAS.
Más allá de los llamamientos de los políticos a apoyar tal o cual candidato en la segunda vuelta, está el fenómeno social de las manifestaciones espontáneas de jóvenes en toda Francia que expresan su repudio a la extrema derecha encarnada por Agrupamiento Nacional. Las concentraciones se registran desde que el presidente Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones legislativas. En estos momentos, domingo por la noche, hay miles de personas manifestando en plaza de la República en París contra la extrema derecha. Es llamativo ver a la juventud movilizada de esta manera, ¿qué sucederá con estas manifestaciones si el Agrupamiento Nacional alcanza la mayoría absoluta en la Asamblea ?
Si finalmente la extrema derecha logra imponerse y nombrar a Jordán Bardella como primer ministro, todo anuncia un endurecimiento con los inmigrantes ya que, por ejemplo, proponen reservar las ayudas sociales sólo a los franceses, limitar el acceso a la salud pública para los extranjeros y restringir el ingreso de refugiados al país.
Otros ejes de las políticas anunciadas por Bardella son la mano dura con la criminalidad y la concepción reaccionaria en materia de derechos de las mujeres. La postura tradicional en el partido de Le Pen, es contraria al derecho al aborto. Y la extrema derecha ya ha votado en el seno de la Asamblea Nacional en contra de la paridad de salarios hombre-mujer por igual trabajo.
El destino político de Francia se decidirá el próximo 7 de julio. A pesar de que muchos medios presentan las elecciones como algo ganado por la extrema derecha, los resultados los darán las urnas. Manuel Bompard, cordinador nacional de LFI, denuncia que la intencionalidad de esos pronósticos es desmoralizar, desmovilizar y facilitar el triunfo de los seguidores de Le Pen.
La semana se anuncia intensa, con debates y tensiones políticas y sociales. Los buenos resultados de la ultraderecha parecen haber liberado ciertos complejos y los discursos racistas se reproducen de manera más abierta y también se ha denunciado un aumento en la violencia contra los militantes de izquierda.
El final está abierto y el 7 de julio puede emerger una Francia más oscura, o por el contrario, la luz de la democracia puede disipar las nubes de la intolerancia y consolidar los clásicos valores republicanos franceses de libertad, igualdad y fraternidad.
Fuente: Página12.