Jorge Julio López lleva más de un mes desaparecido. Un mes sin respuestas claras, con búsquedas mediáticas que hasta ahora nada arrojan, más que el saber que la impunidad sigue siendo moneda corriente en nuestra Argentina.
QUE NO PASE DE MODA
Por Mara Fernández Brozzi
Jorge Julio López lleva más de un mes desaparecido. Un mes sin respuestas claras, con búsquedas mediáticas que hasta ahora nada arrojan más que el saber que la impunidad sigue siendo moneda corriente en nuestra Argentina.
Que no pase de moda, que no se convierta en “noticia de ayer”, que no desaparezca también de lo urgente, del “ahora mismo”, de la noticia que más que información es grito que exige la APARICIÓN CON VIDA YA DE JULIO LOPEZ”.
Y para que esta serie de cosas se den resulta necesario que sigamos nombrándolas, es necesario que quienes tienen la responsabilidad mayor sobre su aparición, el Estado primero, y todos como sociedad y como parte integrante de ese Estado también continuemos en el esfuerzo permanente de encontrarlo.
Resulta lastimoso que a esta altura del camino tengamos que estar retomando estas consignas, otra vez estamos en carne viva como sociedad, o nunca dejamos de estarlo y la desaparición de López no es más que la muestra más clara de eso. Si la impunidad hubiese dejado de ser presente hace mucho tiempo esto no tendría por qué ser noticia, si quienes visten impunidad desde hace años hubiesen vestido sombras tras las rejas, esto no tendría que ser urgente en las primeras planas de los diarios.
Pero lo cierto es que Jorge López lleva más de un mes en condición de desaparecido, lo cierto es que quienes tienen todo el poder para saber quiénes continúan hoy orquestando esas marionetas (que no resulta difícil imaginar quiénes son los que los hacen mover) no están haciendo lo suficiente para cortar de una buena vez esos hilos.
El Presidente Kirchner aseguró hace pocos días que Jorge Julio López era victima de aquellos que no querían justicia en la Argentina, el Secretario de Derechos Humanos Bonaerense, Edgardo Binstock, pidió que se investigue si en las fuerzas policiales o de seguridad se desempeñan en la actualidad personas involucradas con los aparatos represivos de la última dictadura militar. Todas estas acciones y declaraciones son más que positivas, y no dejan de ser un paso adelante para la recomposición de nuestro presente, lo ilógico es que recién ahora se tome la decisión de investigar estos hechos, que recién ahora surja la necesidad de preguntarse si hay asesinos de ayer velando por la seguridad nuestra de hoy. Paradójico, pero real.
A la espera del resultado de un ADN que en quince días determinará sin un cuerpo calcinado hallado en Punta Lara es o no es de López, a la espera de certezas, a la espera de respuestas, a la espera de justicia, una vez más…
Desde el sentido común más sencillo y preciso no es complicado saber por dónde empezar a buscar, no es escabroso el rincón ni el mensaje, es claro, lamentablemente. Quienes no quieren la justicia en la Argentina son aquellos que se concentraron en la Plaza San Martín hace unas semanas con sus banderas de la muerte bien alto, son aquellos que pudieron mostrar sus fotos una a una mientras duró su nefasta ceremonia. Cierto es que en democracia cualquiera puede manifestarse libremente pero lo de esa tarde no fue una manifestación pacifica, y no hacen falta piedras o palos para no serlo, la palabra pega mucho más que cualquier cúmulo de cascotes.
Lo de esa tarde en plaza San Martín fue apología del delito, fue provocador y amenazante, fue aplaudir y reivindicar la desaparición de un ciudadano más en democracia. Fue dar batalla diciendo en colectivo “aquí estamos” “véannos”.
¿Es difícil saber por dónde empezar a buscar a los responsables de la desaparición de López? No lo es, la pregunta debería ser entonces: ¿existe la real decisión de hacerlo? ¿Qué tan firme sigue pisando el aparato represivo como para no poder desmantelarlo?
Los integrantes de Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, vienen realizando cantidad de advertencias sobre la ola de amenazas que siguieron a la desaparición de López, este tipo de hechos mafiosos confirman que el mensaje sigue siendo enviado, y se sabe claramente qué sector es el emisor del mismo. Querellantes, testigos, abogados, jueces, fiscales, militantes, focos todos de esas voces que no quieren callarse, y peor que eso, voces que tienen ansias de volver a hacerse oír, y la amenaza y la intimidación y la posibilidad de volver a sembrar el terror, son el camino que eligen para resurgir de sus cenizas.
Otros juicios están por llegar, y el deseo es que muchos otros sigan los pasos del asesino Etchecolatz, si a cada paso dado vamos a tener que retroceder otros cientos algo no está funcionando como debería hacerlo. La Aparición con Vida de López es un tema de Estado, los Juicios a los Genocidas es un tema de Estado, el no olvidar nuestro pasado de dolor y lucha y el no olvidar nuestro hoy de heridas que siguen sangrando también lo es, no hay otra manera de caminar que seguir haciéndolo, pero pisando Verdad, Justicia y Castigo para quienes lo merecen.