Por César Morielli, periodista de La Noticia Web

Hace poco más de una semana, Poliarquía difundió los resultados de una encuesta de mil casos donde se indica que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ganaría en primera vuelta si las elecciones se realizaran en estos días. Los datos son relevantes ya que se trata de una de las medidoras que trabajan de manera independiente. Hoy día hay que tomarse el trabajo de averiguar de dónde proviene la información.

En los dos escenarios donde se propone la candidatura de la presidenta, los datos son del 46 y el 48 por ciento para la mandataria. El segundo lugar recae en un radical, tanto Cobos como Alfonsín aparecen con 19 puntos. Más de 20 por debajo de Cristina Fernández. Las brechas se acortan si la figura del oficialismo propuesta es la de Daniel Scioli, que de todas maneras se ubica cómodamente con un 35 por ciento.

El dato significativo es la gran diferencia que la presidenta le saca al resto. Incluso el trabajo de Poliarquía muestra como se ha incrementado su intención de voto luego de la muerte del ex presidente, acontecimiento del que se cumple un mes en estos últimos días de noviembre.

La medición de Poliarquía también muestra el crecimiento de Massa y analiza otras variables. Pero lo que vale analizar aquí es la figura de la Presidenta, hoy más que nunca marcada como la principal, y quizás única, persona indicada para continuar con el proyecto oficial. Los puntos que gana Cristina Fernández son filtraciones o goteos que sufre el Peronismo Federal, Proyecto Sur y Julio Cobos. Cada uno con razones diferentes.

Murió Néstor Kirchner pero algo nació ese mismo día. Con esta consigna, el oficialismo hizo su luto y preparo la segunda etapa: el kirchnerismo sin Kirchner. Muchos opositores pensaron en tener el camino allanado, pero las demostraciones populares, indiscutibles, dejaron una advertencia. El propio Felipe Solá lo expresó: “Si tanta gente salió a la calle, por algo es”.

El Peronismo Federal se caracterizó desde un primer momento por buscar posicionarse como el antagonista del kirchnerismo. Duhalde con su discurso de “le ganamos por abandono o por knock out”; o Macri, muy cerca de este espacio, proponiendo sacar a Kirchner aunque sea “por la ventana”; consiguieron exactamente lo que querían: ser lo opuesto a lo que señalaban como una gestión demagógica, confrontativa y setentista. Pero sin Kirchner no había a quién oponerse. Y las demostraciones populares, con jóvenes y no tanto, advirtiendo la pérdida del líder político, los puso en vereda.

Enseguida, Reutemann abandonó el bloque, Solá y De Narváez se alejaron reclamando una renovación, Das Neves está más afuera que adentro, y los que quedan pierden su poca imagen positiva entre el electorado. Para colmo, el piñazo de Camaño terminó de convencer a varios que ese espacio no es lo que buscaban para una alternativa de poder. Sin embargo, aún mantienen cierta intención de voto. Mucho menor a la que había antes de la muerte del patagónico.

En otro polo ideológico aparece “Pino” Solanas. Desde una propuesta progresista muestra un discurso crítico que apunta más a los pilares de la gestión que a individualidades (excepto, claro, los blancos comunes: De Vido, Aníbal Fernández, y los empresarios K). Para pensar por qué el cineasta perdió en su intención de voto se pueden hacer varias especulaciones. La primera de todas quizás sea que con el recuento de medidas del gobierno de Néstor Kirchner, proyectadas desde todos los medios luego de su muerte, algunos revieron su postura y concluyeron que era muy difícil reprobar al oficialismo desde el progresismo.

Además, la muerte de Kirchner polarizó aún más el escenario: O el proyecto de Cristina Fernández o el resto. Entonces, si sube la intención de la mandataria bajan por decantación los demás. Solanas aparecía como una opción independiente, ni peronista ni radical, pivoteando en el progresismo pero utilizando mecanismos mediáticos enemigos del kirchnerismo. Quizás eso le haya jugado en contra. Además hubo un acercamiento con sectores radicales y socialistas identificados con el ya inexistente Acuerdo Cívico y Social (por más que algunos sigan llamando así a esa alianza de la que ya no participa Carrió).

El análisis simple puede indicar que para una opción progresista el electorado prefiere las políticas de gestión del gobierno y no las denuncias en TN de “Pino” Solanas, compartiendo panel con figuras de la derecha radical y peronista.

Finalmente aparece Cobos, a quien la Plaza de Mayo en su conjunto le deseó la misma suerte que al extinto ex presidente el día de las exequias. Más allá de los denostables improperios, que deseaban la desaparición física del mendocino (de la vida terrenal, porque aquel que le propine el mismo grito para alejarlo de Casa Rosada tendrá razones más comprensibles), el vicepresidente acaparó los medios por un nuevo “voto traición”. Los alfiles kirchneristas atacaron con dureza al radical cuando este tuvo nuevamente la responsabilidad de desempatar una votación en el Senado, esta vez por el 82 % móvil. Nuevamente levantó la mano en contra del gobierno.

Al parecer, esto ya no es bien visto por nadie, radical o no, oficialista u opositor. A Cobos se le reclama que siente una posición clara de cara a la sociedad. Para colmo, en el seno del partido también se escuchan críticas a su accionar. Encima, aparece como contrafigura de Ricardo Alfonsín, un referente que, entre un apellido melancólico y un estilo moderado, ha ganado terreno y simpatía, sobre todo en independientes. Como consecuencia, el mendocino pierde algún punto.

Pero el de Poliarquía no es el único trabajo que muestra esta tendencia. Esta semana, la consultora Equis, del oficialista Artemio López, pone a Cristina Fernández con el 44 por ciento de intención de voto. Seguida, lejísimos, por Mauricio Macri con 11 y Ricardo Alfonsín con 6.

El desafío del gobierno es mantener esa brecha casi un año más. El proceso de internas cambiará el panorama de los sondeos. Entre tanto, el oficialismo hace la plancha, un poco por aciertos propios y otro poco por errores ajenos. El tiempo dirá si la sensibilidad por la muerte del ex presidente es la verdadera razón del crecimiento de Cristina Fernández, o si en realidad hay un convencimiento social para mantener lo que está y para alejar lo que quiere venir.