Son siete los países que han sufrido el recambio de sus máximas autoridades sanitarias. Corrupción, negligencia, agotamiento, entre las principales razones.
La pandemia por el coronavirus no solo provocó hospitalizaciones, muertes y consecuencias económicas. El SARS-CoV-2 pateó el tablero político. Rodeados de negligencias, corrupción y desentendimiento, más de una decena de ministros de Salud perdieron su cargo desde que se detectó el primer caso en Brasil el 26 de febrero de 2020.
En las últimas horas se conoció al nuevo encargado de la cartera sanitaria en el país gobernado por Jair Bolsonaro. Se trata del cardiólogo Marcelo Queiroga, el cuarto funcionario en ese ministerio desde que comenzó la pandemia. Antes de él estuvo Eduardo Pazuello, un oficial del ejército sin formación médica.
El presidente del principal socio comercial de Argentina en la región atravesó en el último año una profunda crisis política. De la mano de su desconsideración para con el Covid-19 y su criticado manejo de la pandemia, pasaron cuatro ministros –Luis Henrique Mandetta, Nelson Teich, Pazuello y el actual y último de ellos, Queiroga–.
Pero la primera desertora de la región en esa cartera fue Elizabeth Hinostroza, de Perú, que el 20 de marzo del año pasado salió a sólo cuatro meses de su designación por “escasa preparación del para enfrentar la emergencia”.
Al día siguiente del primer despido de la región, en Ecuador, Catalina Andramuño abandonó su cargo después de nueve meses de funciones. Para ella, “enfrentar una emergencia sanitaria sin recursos es complicado”. Su lugar lo ocupó Juan Carlos Zevallos, experto en epidemiología, quien también renunció hace tres semanas tras el escándalo en el plan de vacunación que tuvo como protagonistas a familiares de los funcionarios que fueron inoculados de forma irregular.
El tema de las vacunaciones VIP es también muy sensible en Argentina. Luego de las declaraciones del periodista Horacio Verbitsky –en las que contó cómo su “amigo” y ministro Ginés González García le había facilitado el fármaco–, aparecieron decenas de personalidades de la política beneficiadas por el “amiguísimo”. González García pidió disculpas y dejó su cargo, que fue ocupado por la actual Carla Vizzotti.
Algo parecido pasó en Perú, después de Hinostroza y raíz del Vacunagate vinieron Víctor Zamora, Pilar Mazzetti, Abel Salinas (luego Mazzetti nuevamente) y ahora Óscar Ugarte, el quinto ministro de la pandemia en el país de origen Inca que, de esta manera, se convirtió en el primero del ranking de naciones latinoamericanas que más sanitaristas tuvo durante la expansión del coronavirus.
Sin embargo, las vacunas no son el único tema que desplazó funcionarios. Cuando el Covid-19 era un fenómeno nuevo en la región, la ex ministra de Salud de El Salvador, Ana Orellana, fue reemplazada por Francisco Alabi sin muchas explicaciones. Se sobrentendió su incapacidad para afrontar la crisis sanitaria.
Dos meses después, en las Bahamas, Duane Sands renunció a sus responsabilidades por violar protocolos sanitarios en el desembarco de residentes. Desde entonces, las polémicas no cesan. En Bolivia, la dictadora Añez –hoy presa por el golpe de Estado– designó el 28 de mayo pasado a Eidy Roca como la nueva ministra de Salud porque Marcelo Navajas, quien ocupara ese cargo durante poco más de un mes, incurrió en la compra de 170 ventiladores mecánicos con sobreprecio. Navajas además de dejar el cargo está detenido.
En Panamá, la doctora Rosario Turner dejó su puesto en junio de 2020 porque estaba “cansada”. En Chile, Jaime Mañalich fue destituido luego de que revelara en una entrevista que el Departamento de Estadísticas que dependía de él entregaba a la OMS informes de fallecidos por Covid-19 distintos a los que publicaba para la ciudadanía. Fue reemplazado por Enrique Paris.
Aumentan los casos en países limítrofes
En medio del caos político y la serie de renuncias ministeriales, la pandemia no ha cesado e –incluso– azota más fuerte en algunos lugares. Países limítrofes como Brasil (+50%), Chile (+35%), Paraguay (+110%) y Uruguay (+80%) experimentan un aumento de infecciones que preocupan al Gobierno argentino. El aumento de casos por millón de habitantes es notorio.
La variante P1 del SARS-CoV-2 de Manaos ya ha llegado al país gobernado por el Frente de Todos (FdT). El principal interrogante está en si el proceso de vacunación avanzará lo suficientemente rápido como para aminorar una potencial segunda ola de contagios.