En la Argentina, la cantidad de aplicaciones en el país llegó a un piso histórico, con unas 1.800 por día. Las diferencias entre las vacunas proteicas y de tecnología ARNm y cuál es el debate en el mundo.
Luego de más de cuatro años y medio del comienzo de la pandemia de coronavirus, en la Argentina la mayoría de los ciudadanos están inmaculados contra la enfermedad, aunque no con los refuerzos necesaria. Es que los anticuerpos que genera la vacuna necesitan renovarse para no perder la inmunidad que se necesita para combatir el Covid-19 en el caso de contraer el virus. Por eso, el desarrollo de las vacuna también van modificándose.
En el país hay unos 5 millones de personas que nunca recibieron una vacuna contra el Covid y 12 millones que no completaron el primer esquema de vacunación. En toda la población, sólo 23 millones recibieron el primer refuerzo (tercera dosis) y 8,8 millones el segundo (cuarta dosis). Ya para el tercer refuerzo la cifra cae a 2,9 millones (6,3 por ciento de la población).
En los últimos meses surgieron nuevas vacunas con una tecnología alternativa como la ARN mensajero (ARNm) que genera una experiencia posinyección más llevadera, es decir, que los efectos adversos que ocasiona el pinchazo sean los menos leves posibles para que las personas no sean reacias a vacunarse producto de los síntomas que puede provocar recibir una dosis, lo que muchas veces significa perder un día laboral o de estudio.
Ese malestar tras ser inoculado es algo que no había ocurrido en la misma medida con ninguna de las vacunas antes conocidas. La incógnita es si ese estado gripal transitorio, que es el precio a pagar por reforzar la inmunidad, no es hoy una traba para alcanzar un objetivo de salud pública clave para que no haya una especie de rebrote.