Dicen que a la falta de una oposición fuerte, actuarán “cuando las Instituciones corran riesgo ”. Es claramente una señal diferenciadora de su rol durante la dictadura y el menemismo.
El emblemático caso de monseñor Joaquín Piña, obispo de Iguazú.
Sin que haya existido una reunión especial entre obispos o una definición pública de la institución, existe consenso en el clero para que la Iglesia Católica participe activamente no sólo en la vida social argentina, sino también en los conflictos institucionales o políticos que puedan surgir. No resulta casual, confirmaron tanto en el Arzobispado de Buenos Aires como en la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que en lo que va del año se hayan producido tantas intervenciones políticas de la Iglesia.
“Varios obispos están de acuerdo con no repetir errores del pasado. En otras épocas, la Iglesia calló. Hoy, ante la falta de una oposición fuerte, la Iglesia no va a callar y va a intervenir cada vez que sienta que las instituciones están en riesgo”, confió una fuente muy cercana al cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y presidente de la CEA.
Las comunidades eclesiásticas de Misiones, Tucumán, Santiago del Estero, Santa Cruz y Entre Ríos, por ejemplo, se ofrecieron en 2006 como mediadoras en diversas crisis que la dirigencia política no acertaba a resolver.
En verdad, la última controversia consistió en los cuestionamientos por la concentración y extranjerización de tierras, formulados por los obispos de Pastoral Social, que preside el obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto.
MONSEÑOR JOAQUIN PIÑA, COONVENCIONAL CONSTITUYENTE EN MISIONES
Pero el caso más publicitado fue el del obispo de Iguazú, monseñor Joaquín Piña, que el 29 del mes próximo encabezará la lista de candidatos opositores a la reforma de la Constitución de Misiones. Otros diez religiosos de la Iglesia Católica acompañarán al obispo en la cruzada contra el gobernador Carlos Rovira, que quiere sancionar la reelección indefinida para intentar perpetuarse en el poder. Justamente en el día de hoy viaja a la provincia de Misiones para apoyar políticamente a Carlos Rovira para su reelección indefinida. Este apoyo y los comentarios del fin de semana sobre reforma constitucional obligan a pensar cuál será la voluntad de Kirchner para el futuro de la Nación.
“No vamos a aceptar que nos cambien las reglas de juego”, cuestionaron en el Episcopado. Las reglas actuales incluyen, en el artículo 2° de la Constitución, que "el gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano".
De cualquier manera, la Iglesia no tiene pensado armarse políticamente. El de Piña, juran, debería ser un caso más excepcional que corriente. "La Iglesia no va a participar en política. Eso está decidido", confirmó una fuente de la CEA, que desconfió de las versiones que indican que el obispo prelado de Humahuaca, monseñor Pedro Olmedo, podría oponerse políticamente al gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner, si es que éste insiste con sus intentos hegemónicos. Olmedo y el obispo de Jujuy, Marcelino Palentini, cuestionaron públicamente al gobernador, que ya va por su segundo mandato consecutivo.
PONER LIMITES AL PODER POLITICO CUANDO SE VEAN AMENAZADAS LAS INSTITUCIONES
La cúpula de la Iglesia argentina no tuvo hasta ahora una reunión para definir una posición uniforme acerca del "avance de los políticos sobre las instituciones", como definieron en la CEA. Hubo, sí, encuentros y charlas entre varios de los obispos y arzobispos. "Con matices, casi todos están de acuerdo con poner límites y combatir los excesos. La Iglesia no va a permitir que se destruyan las instituciones", explicó la misma fuente.
La historia, dicen, comenzó en la crisis de 2001/2002, con la Mesa de Diálogo Argentino, donde la presencia de tres obispos en nombre del Episcopado "ayudó a sostener el gobierno de Eduardo Duhalde". Sin embargo, no fue si no hasta el "caso Baseotto" que la Iglesia unificó su actitud combativa. "Se tomó como una intromisión del Presidente en la Iglesia", aseguró un hombre cercano al cardenal Bergoglio.
Desde entonces, hubo conversaciones entre los líderes de la Iglesia, que coincidieron en sostener una postura más granítica. "No debemos cometer los errores de la década del 70 ni del 90. No somos amigos del poder y eso es lo que tiene claro este grupo de obispos, que es parte de una renovación en serio. No nos olvidemos de que uno de los pocos sectores que realmente tuvieron una renovación en los últimos tiempos fue la Iglesia", comentaron en el Episcopado.
El ranking de irritación del Gobierno tiene en los primeros puestos las reuniones de Bergoglio con miembros de la oposición. Las conversaciones son a solas, sin foto, inconfesable, según se les exige a los que piden turno. Roberto Lavagna y políticos misioneros son algunos de los que aceptaron las reglas de juego únicamente. “ El cardenal recibe a quien se lo pide ”, explican cerca del Jefe de la Iglesia argentina. Y van más allá : “ El Presidente nunca pidió audiencia, por eso no estuvo nunca por aquí ”.