La caída de sesión de Comunas gracias a los K fue sólo la primera muestra de la ruptura de una relación política que duró casi cinco años. Las polémicas palabras del ex jefe de gobierno, la transversalidad y el fuerte enojo del ex presidente. Detalles de una alianza estratégica que se quebró.
Era la carta que mantenía guardada el gobierno nacional para la ciudad. Luego de la pésima elección de Rafael Bielsa y la apenas aceptable candidatura de Daniel Filmus como jefe de gobierno, la figura de Aníbal Ibarra surgía casi como inexorable para intentar disputarle a Mauricio Macri la Capital Federal el año que viene.
Desde la denominada “transversalidad” (un collage teórico de Torcuato Di Tella para justificar la inclusión de cuanto partido ande dando vueltas) y el apoyo del jefe de Gabinete Alberto Fernández después de la tragedia de Cromañón, se creía que el ibarrismo se había asegurado un lugar en las filas K.
A tal punto que en 2007 no sólo el ex jefe de gobierno fue primer candidato a legislador por una lista muleto del oficialismo, sino que su espacio propuso a Carlos Heller como vicejefe en la fórmula.
Sin embargo, esa “amistad” política, cultivada por el albertismo, que también incluyó a la hermana del ex jefe de Gobierno, Vilma (con el Partido de la Victoria), hoy parece terminada.
La primera muestra de esta ruptura fue la malograda sesión especial de Comunas, en la cual el ibarrismo (con apoyo del resto de la oposición) buscaba ratificar la convocatoria a elecciones este año. El dato resulta anecdótico si no fuese porque quienes terminaron boicoteando la sesión fueron los kirchneristas.
Inclusive, uno de sus laderos (el vicepresidente segundo de la Legislatura y hombre cercano al sindicalista Víctor Santa María), Juan Manuel Olmos, salió a criticar a Ibarra.
“Yo no veo necesario realizar la sesión especial que tendría por sólo fin la competencia dialéctica entre Aníbal Ibarra y Enrique Olivera, sólo para ver quien, desde el discurso, se transforma en el adalid de la descentralización”.
Y agregó: “Ibarra tuvo seis años para poner (las comunas) en práctica, quizás quiera explicar la cuota parte de responsabilidad que le cabe por no estar funcionando actualmente las comunas”.
Así las cosas, antes de la sesión un diputado porteño K se quejaba en diálogo con este medio por la presión que el ibarrismo les había proferido. “No hicieron nada en seis años y ahora piden porque se haga la elección”, se quejaba no sin razón.
A pesar de ello, hace dos semanas, en un Foro de Comunas organizado por el ibarrismo, confluyeron Carlos Heller, Diego Kravetz (jefe de la bancada K y hombre de confianza de Alberto Fernández) y Sebastián Gramajo y hasta el mismo Aníbal Ibarra, entre otros sectores aliados.
En ese meeting, en los pasillos sonaba muy fuerte qué podría ser el comienzo de un armado político en común entre los dos sectores y que, para 2009, ya se estaría empezando a dialogar para llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes.
“Todavía está todo muy verde aún. Aníbal y Diego siempre tuvieron buena onda pero hay cosas que a veces se deciden más arriba”, apuntaban en aquel encuentro desde Diálogo por Buenos Aires (el espacio plural del ibarrismo) con una acertada dosis de prudencia.
LA IRA DE NÉSTOR KIRCHNER
Enterado de la ruptura con el ibarrismo, el ex presidente Néstor Kirchner volvió a enfurecerse con Alberto Fernández. “Cómo vas a romper así”, le habría espetado telefónicamente a un inquieto jefe de Gabinete, aún en baja.
Las excusas fueron en vano: otra vez el ex presidente consideraba “un error estratégico” la movida política de Alberto en un distrito donde el oficialismo hace agua.
Kirchner fue decisivo en 2003 cuando Ibarra se postuló para su reelección y perdió magramente la primera vuelta con Macri por 10 puntos. Instalado en el balottage, el ex fiscal recibió la bendición del ex presidente y logró así ganar.
DECLARACIONES ANTI K
En una entrevista con el diario Crítica, Ibarra aprovechó la coyuntura para despacharse contra el gobierno nacional y tomar distancia de sus políticas.
Entre otras cosas, dijo: “Kirchner se encerró en el partido para garantizar su gobernabildiad. Cambió gente por estructuras del poder. Logró que a la gente ya no lo tape el agua. Pero que un país que crece al ocho por ciento tenga esta conflictividad es una locura”.
Consultado sobre la posibilidad de que sea el ex presidente el que maneje realmente el gobierno, Ibarra contestó con una sonrisa: “Kirchner no se fue a los jardines de invierno ni de gira a Europa. Está al pie del cañón. Condiciona a Cristina, y no resuelve el conflicto del campo”.
A modo de cierre, el ex jefe de gobierno, en relación a su alianza con el kirchnerismo, sentenció: “la transversalidad murió”.