Un estilo convocante que condensa vicios, fútbol, Redonditos de Ricota, clima fiestero y denuncia inocente. Veo Duendes y el rock joven después de Cromañón.
Por Ariel Kocik
Al principio los jóvenes del rock admiraban a los mayores: los chicos que llegaron a esa música luego de los 90’ tienen un enganche fuerte con grupos cercanos a su edad.
Con la separación de los Redondos, el auge de Los Piojos y La Renga y un panorama social complicado en el país, domina en el público local un personaje simpático: el rolinga, es el alegre seguidor de bandas con un estilo, digamos, a medio camino entre Mick Jagger y Rafael Di Zeo, llamadas “barriales” (algo así como stones del tercer mundo). Si bien La Mancha , Gardelitos, Intoxicados, cada una tiene su apuesta, todas las más jóvenes (El Bordo, La 25) defendieron a Callejeros por Cromañón y sus temas andan por el fútbol, los barrios, la picardía murguera, la angustia por el desempleo y la desconfianza de la política, que pasa a ser confianza en la amistad. Los chicos que las integran tienen mil horas compartidas en bares, también “rolingas”.
“Veo Duendes” apareció en público en 2004 y muy rápido consiguió seguidores en su zona de Quilmes. Con un entorno amigo necesario, para el sonido, venta de entradas, organización de viajes, etc., logró tocar ante 500 personas, que visten sus shows (en locales sureños) con banderas, cantos al estilo cancha y bombos de alguna murga amiga; y festejan y acompañan cada letra de un rock a la vez duro y fiestero, con fuerza y ritmos que contagian al baile, y también baladas en tono reflexivo. Una guitarra rockera y una voz colorida y flexible (su símbolo más fuerte) combinan una química que da energía alegre aunque cuidada.
En su público hay chicas muy chicas, murgueros, clones de Pity Álvarez, pulóveres de alpaca (vestuario stone de invierno), banderas de palo, marihuana y muchas ganas de “hacer el show” también desde abajo: un 17 de octubre del rock despreciado por los pioneros, quienes no mezclan las partituras con el fútbol.