
Sturzenegger se volcó a lo que venimos bregando hace tiempo respecto de poner en vigencia la Carrera Administrativa.
Por Victorio Pirillo
La parainstitucionalidad en el ámbito de las estructuras del Estado no puede ser a esta altura de las circunstancias el capricho de todos los funcionarios de turno que, sin importar el color político de los que gobiernan, compiten en ver quién es el más malo y peor contra los intereses del pueblo. A la vez, tratan de instalar un juego perverso de ver hasta donde la paciencia de la ciudadanía aguanta. Todos ellos han convertido al Estado en un campo de batalla donde se libra una guerra de la política que afecta sobre manera a los intereses de la Argentina y a los que trabajan.
Hasta aquí, como queda a las claras, todos los políticos electos que manejaron lo público han mentido, incluso diciendo la verdad y no han estado a la altura del compromiso que la historia les exige y requiere. La convergencia de complicidades obliga a salir a la ciudadanía de esta virtualidad agobiante a la que entre todos la sometieron. La catequización ideológica que fuera una constante en el ingreso en la función pública la ha hecho añicos; en sí la cosa pública fue convertida en el reservorio donde muchos desplazados de la actividad privada fueron de a poco sobrecargando la administración pública hasta volverla inmóvil y alterando completamente el fin social para la que fue creada. Todo hecho deliberadamente con la complicidad de muchos para disociar al ciudadano del Estado, que de esta forma ha sido depredado.