Por Fabrizio Zotta – analista político.
La estrategia de comunicación que desplegó el gobierno de Milei el día de la media sanción de la ley Bases fue audaz: plena exposición presidencial, desorientación deliberada sobre el horario del viaje a Italia, el tono autocelebratorio de los logros económicos y la construcción de enemigos para polarizar.
Mientras en el Senado se estaban sentando los senadores que darían quórum a la sesión, primer escollo a vencer por parte del oficialismo, Milei se dirigía a La Rural para participar de la Expo de Economía, Finanzas e Inversiones en clara diferencia con su desaparición durante el primer tratamiento de la ley Bases en febrero, cuando estaba de viaje en Israel.
En este caso optó por el alto perfil y por utilizar una estrategia dilemática o de contraste, que reduce a oposiciones simples la realidad para ordenar el escenario en buenos y malos: “A los que descreen de la economía del mercado les dedicaría la frase de Maradona que se sintetiza en tres letras: LTA”; “Les cortamos a esos delincuentes (los periodistas ensobrados) la pauta”; “Me van a tener que sacar muerto de la Rosada antes de negociar (con ellos) el déficit cero”.
Durante el discurso de Milei en la ExpoEFI ya se especulaba con el desempate, dada la paridad del llamado “poroteo” en el Senado. En los canales oficiales de difusión de información a la prensa se omitió el horario de la partida del Presidente hacia Italia, y se dejaba trascender que podría adelantar, postergar y hasta suspender el viaje.
Esta “omisión” estuvo destinada a evitar acciones dilatorias para la votación, por la posibilidad de que Victoria Villarruel, convertida en presidenta de la Nación, debiera dejar en manos de Bartolomé Abdala la conducción de la sesión y el desempate.
Mientras tanto, bajo la muletilla de “la Argentina es un país muy raro”, Milei logró hábilmente volver a separar al país en bandos, como cualquier manual de polarización política recomienda: “La pregunta es, ¿de qué lado están? ¿del lado de la ministra que se está peleando con todos los chorros, o del lado de los chorros?”, se preguntó retóricamente.
Horas después, el Presidente volvió a hacer uso de la palabra, esta vez en el foro El renacer de la libertad en la Argentina y el mundo. Allí volvió a la carga: “Saben que si hacemos estas reformas van a funcionar y no van a volver más”; “No descarten, digamos, la metodología de ellos de tirar muertos en la calle”; “Hoy como sociedad estamos ante una bifurcación: o persistimos en el camino de la decadencia o nos animamos a recorrer el camino de la libertad”.
La efectividad del alto perfil y de la construcción de dilemas y enemigos identificables le permitió al Presidente mostrar, al otro día de la media sanción, un exultante triunfo político, porque lo logró venciendo todos esos obstáculos a los que les había puesto previamente nombre y apellido.
El triunfo puede haber sido “impresionante”, como dijo Francos, ya que el oficialismo tiene apenas siete senadores propios. Pero algo de pírrico también hay: el Gobierno tuvo que hacer recortes y concesiones, ofreció recompensas –algunas incluso trascendieron– y expuso a su líder para marcar lo que había en juego.
Ahora habrá que evaluar ese costo que pagó para lograr su primera ley en seis meses. Todavía eso es una incógnita porque, como dijo más de una decena de veces durante ese día el Presidente, Argentina a veces es un país muy raro.