Por Alberto Carbone
Las lecciones de la Historia
El Peronismo debería aprender de las lecciones de la Historia.
Con el afán desesperado de parecer más que de ser, el otrora oficialismo cristinista resolvió en su momento la búsqueda de un candidato intermedio, híbrido, poco locuaz, indefinido, en el intento de captar el interés alicaído y de recuperar el voto de aquella Clase Media fuertemente influenciada por los Medios de desinformación, quienes claramente ensobrados, como se dice ahora, desvirtuaron la realidad y enlodaron la figura de la ex presidenta y del Kirchnerismo todo, con el propósito de recuperar el gobierno para la vieja y conocida elite, que alguna vez constituyera este país a su imagen y semejanza.
Para ese objetivo, relativizaron logros e invisibilizaron los avances del gobierno peronista tildándolo de populismo subvencionado, de estafador y de corrupto.
Esa intentona capotó. Daniel Scioli, elegido como candidato fue derrotado por un abombado que tuvo como máximo objetivo capitalizar su triunfo para satisfacción de sus anhelos personales y los de su entorno. El Poder Judicial desdibujado de este país promovió la búsqueda de los gigantes depósitos supuestamente enterrados en la Patagonia, origen primigenio de ese grupo lascivo y despiadado que había llegado al Poder Ejecutivo nacional.
Todo ese accionar de jueces y fiscales a la orden de sus mandantes oscurecieron la capacidad de razonamiento de la gente y se adueñaron del sentido común.
De todas formas el corolario fue que Macri perdió su reelección. La situación social provocó el derrumbe del gobierno que favoreció al segundo hombre seleccionado por el Peronismo, Alberto Fernández, un hombre que no bien comenzó su andar, avizoró la realidad, sopesó la relación de fuerzas y optó por relativizar los objetivos políticos pretendidos por su Partido y comenzó a bregar en defensa de su bienestar personal y de la confortabilidad deparada para con sus años venideros.
Es cierto también que no fue beneficiado por la situación internacional, sumida en una cruel pandemia que absorbió la mitad de su mandato.
Sea por una o por otra causa, lo concreto fue que aquel oficialismo se desdibujó también por disputas internas. Presidente y Vice emprendieron una disputa que definió dos líneas paralelas de acción que terminaron inhibiéndose mutuamente.
A todo esto agréguese por favor el famoso intento de homicidio contra la Vicepresidenta. Una bala que no salió pero que sugestivamente sirvió mucho para condicionar a la víctima, promoviendo su repentino retiro de la escena nacional, su asombroso silencio, su casi definitivo alejamiento de las decisiones fundamentales.
Con Cristina jackeada, con el Peronismo desprendido de su natural alineamiento con los sectores obreros. ¡Recuérdese que se decía que el Movimiento obrero era su columna vertebral! Sin la obvia pretensión de poseer un dirigente nacional legitimado, los girones peronistas repartidos entre las provincias se decidieron por Sergio Massa.
Claro. ¡Pero la centralidad de la escena estaba contenida por la oposición!
¿Qué podría hacer Massa por sí mismo sin la voluntad del electorado, dividido, desarticulado, bombardeado por los Medios de Difusión Masiva y desesperanzado? ¡Nada!
¿El resultado? ¡Ganó Milei! ¡Sí! ¡Milei! ¿Y a esta altura nos preguntamos quién pudo haber votado eso?
Pero esta es otra historia.
Esta situación refiere al corolario final de la destrucción definitiva del país.
De su posible balcanización. ¿Sabe por qué? Porque no hay un Proyecto superador. No existe aún ese Programa que se comprometa con la recuperación, con la salida de este caos impuesto por los intereses del poder económico encabezado por un inepto.
¿Y qué tenemos en cambio? Que la oposición se divide y desarticula más aún las intentonas de salvación de este oprobio.
Mientras el oficialismo está en lo suyo. Salvarse económicamente junto con la gente de Macri y beneficiar con suculentos negociados a los grupos interesados, los radicales no escuchan otra cosa que no sea los cantos de sirena y se esfuerzan en no quedar afuera de la participación en este espectáculo millonario y poderoso.
El Peronismo en cambio no. Ellos están blandiendo sus supuestos y merecidos reconocimientos para quedar como ejemplares de excelso reconocimiento dentro del sector político.
¿Pero qué defienden? ¿Por qué Proyecto se pelea?
¡Por ninguno!
Ensimismados en la defensa de sus proyectos personales persisten duros como la roca ¿O como Larroque?
¿Qué propondrá ahora el Peronismo? ¿Otro personaje de ocasión? ¿Un ejemplar que sea aceptado por la Clase Media despolitizada y embalsamada con las opiniones de los Medios de Comunicación? ¿Otro candidato potable para la elite? ¿El Peronismo propondrá la integración con Urtubey? ¿Con Llaryora? ¿Convocar a Jalil y a Jaldo?
¿Propondrá sumar otra vez la runfla fracasada que se enfundó en el atuendo Peronista a espaldas del Movimiento Obrero que sin dudarlo continuará votando a otro?
¿Quiere que le diga una cosa?
Perón y Evita no han muerto. Los han asesinado sus deudos.
Néstor lamentablemente sí ha fallecido.
Cristina por lo visto, permanecerá retenida, salvajemente eclipsada.
Los legítimos herederos del General, del otrora “Coronel del pueblo” han sido lobotomizados a través de la presión de los comunicadores ensobrados, del poder judicial corrupto y también por la inacción política de quienes debieran estar procurando la defensa de la Justicia Social y del Derecho a la vida de las grandes mayorías trabajadoras.
A esta altura usted se preguntará: ¿Qué haremos nosotros?
Nosotros seguiremos repitiendo las bellas palabras que Don Miguel de Cervantes Saavedra produjera desde su obra cumbre el Quijote cuando sabiamente advirtiera:
“Cosas Veredes Sancho que non Saperes”