
En un duro discurso, la vicepresidente repartió críticas para funcionarios del Gobierno nacional y se mostró más opositora que nunca.
Hay un patrón electoral que se viene manifestando con fuerza en América Latina y se terminó de plasmar el último domingo en Colombia: pierden los oficialismos, ganan las oposiciones. Quizás, atenta a eso, la vicepresidente de la Nación es más opositora que funcionaria del Gobierno que ella propio gestó.
En su discurso que duró más de una hora en Avellaneda, Cristina Kirchner trató de explicar que la inercia inflacionaria se debe, principalmente, a un festival de importaciones y cuestionó en duros términos la gestión económica. “A mí no me interesa quedar bien con ningún funcionario. Me importa un pito. A mí me importa quedar bien con la sociedad, con los argentinos”, fundamentó luego de mencionar que “este es un Estado estúpido” por la falta de controles en las importaciones.
Naturalmente, sin mencionarlos, los apuntados fueron Matías Kulfas (exministro de Desarrollo Produtivo), Miguel Pesce (Banco Central), Mercedes Marcó del Pont (AFIP) y Adrián Cosentino (CNV).
Al nuevo ministro de Desarrollo Productivo y responsable de la Aduana, Daniel Scioli y Guillermo Michel, respectivamente, les advirtió: “Tengo expectativas en que Daniel Scioli y el funcionario que han puesto en Aduanas puedan reencausar las cosas”.
Gracias a la @CTAok por la invitación a cerrar su plenario junto a tan queridos compañeros y compañeras. Y muchas gracias Avellaneda por el cariño de siempre ♥️🇦🇷 pic.twitter.com/W1004ZkbwX
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) June 20, 2022
Lo cierto es que, todo el marco teórico que elaboró Cristina para identificar el primicia problema de la inflación y cuestionar el rumbo económico es cuestionable. Según publicó el periodista Iván Schargrodsky en su newsletter semanal, la ex mandataria tuvo acceso a un informe que da cuenta las cantidades de bienes finales y de consumo se han mantenido constantes durante el último año, con las importaciones de bienes sensibles como vehículos, calzado y electrodomésticos terminados en mínimos históricos. Los aumentos corresponden en cambio a importaciones indispensables de energía -que explican casi un cuarto de las del último mes- e insumos para la industria y el agro como fertilizantes y partes electrónicas, a las que hay que sumar un importante aumento de las importaciones correspondientes a la industria farmacéutica.
En menor medida, las otras críticas a la gestión del frente de Todos fueron por la ejecución de los planes sociales, donde arremetió contra el Movimiento Evita y contra Emilio Pérsico y el Chino Navarro, fundadores de la organización social y actuales funcionarios del Gobierno. “Con esta desocupación debería haber menos planes. El Estado nacional debe recuperar el control y la auditoría de los planes, que no pueden seguir tercerizadas”, planteó Cristina y luego lanzó: “Eso no es peronismo. No es depender de un dirigente barrial para que me dé el alta o la baja. Y sobre todo las mujeres, que son las más explotadas, las más basureadas”.
El abanico de críticas no terminó ahí y la presidenta del Senado apuntó contra alguien que por ahora venía saliendo ileso de sus discursos: Sergio Massa. Cristina remarcó que el proyecto de ley para destinar al pago de la deuda un fondo creado con el blanqueo de capitales en el exterior fue aprobado por el Senado, pero no por la Cámara baja. “Pero claro, nadie la quiere aprobar. En Diputados digo, porque en el Senado obtuvo media sanción”, deslizó.
En conclusión, si bien sostuvo que «la unidad del Frente de Todos nunca estuvo y no estará en discusión”, quien designó la candidatura de Alberto Fernández se mostró ayer más opositora al Gobierno del Frente de Todos que nunca.
La de Petro es la decimoquinta victoria opositora consecutiva en elecciones presidenciales en los países democráticos de América Latina desde 2018. ¿Tendrá en cuenta ese dato Cristina y y su discurso en Avellaneda fue su lanzamiento para el 2023?