En los últimos días, Enrique García se convirtió en un habitué del Concejo Deliberante. Estuvo el viernes 5 de febrero y regresó el lunes 8, oportunidad en la cual mantuvo otra reunión con los tres concejales de Unión Pro Germán Maldonado, Marta Maenza y Fermín Lencina; acto seguido, en lo que constituyó un hecho inaudito, según revelaron quienes transitan ese ámbito hace muchos años, el jefe comunal pasó a saludar a los ediles presentes, sean del oficialismo o de la oposición.
Al ser consultado por La Noticia Web, si bien el intendente declinó una entrevista periodística, confirmó que había recorrido diversos despachos, incluso destacó que por intermedio de la cobista Paola Caputo le envió un saludo a su padre, Dante, a quien calificó como “el mejor ministro de Relaciones Exteriores”.
Cerca de las 13 horas, el “japonés” ingresó en la oficina del presidente del Legislativo, José Menoyo, gesto que varios leyeron como una señal de acompañamiento a un funcionario que no cuenta con muchas simpatías. Allí también estuvieron el titular de la bancada oficialista, Fabián Gnoffo; y los tres concejales que asumieron por la boleta local de De Narváez. Casualmente, Carlos Arena, de Unión Celeste y Blanco, no fue de la partida, quizá resultó determinante una lesión sufrida recientemente.
Sobre el tenor del encuentro sólo trascendieron vaguedades, tales como que trataron “temas protocolares”, o que hablaron de “cuestiones políticas”. Se atribuyó la reunión más a un cambio de actitud de García hacia los referentes de otras fuerzas que a la definición de lineamientos que no comprometan la gestión.
Luego, el intendente acompañado por Menoyo y Gnoffo pasó a ver a los ediles del primer piso, los opositores, varios antiguos correligionarios suyos, como el caso de Julio Cúntari, hoy en las filas del Gen. En cambio no debió cruzarse con Norberto Antelo, otro “margarito”, y el radical Gustavo De Benedetti, que el mes pasado protagonizó un enfrentamiento con Rubén Vecci ante los ojos de Sanz, presidente del Comité Nacional. A Carlos Roberto, que sí se encontraba en su despacho, no lo pudo saludar porque el socialista estaba ocupado con otros menesteres.
Por Elisa Rossi