El histórico dirigente radical habló del por qué de la “traba” para cerrar filas con el FAP en la provincia de Buenos Aires. “Un acuerdo cerrado es una cosa muy mezquina, no es una manera de plantear nuevas formas de hacer política”, sentenció. Diagnóstico de la crisis en la provincia de Buenos Aires. Los errores cometidos en 2011.
El jueves por la mañana, durante la emisión de “Pasa de Todo” por la FM Diez57, Eduardo Román dialogó con el dirigente radical Federico Storani sobre diversas cuestiones de la coyuntura del radicalismo provincial y nacional.
¿Cuál es su idea respecto a las definiciones que se darán en el radicalismo y su política de alianzas, hoy más cercanas al FAP y el socialismo?
Es lo que queremos, porque allí es donde tenemos mayor afinidad política y hasta ideológica, con el FAP, con el socialismo y con los partidos que lo integran. No habría que repetir de ninguna manera el error que se cometió en otra elección de un acuerdo para otro lado. Así lo estableció la convención de Olavarría, por lo tanto estamos tratando de cumplir con ese mandato. Ahora la traba principal, esta la información que yo tengo, se debe a que el mecanismo para resolver la distribución de los espacios de poder, nosotros queremos que sea el más democrático, que son las internas abiertas una vez que se constituye la alianza, se convoca a internas abiertas y los partidos que integran esa alianza pueden a su vez hacer distintas combinaciones, me refiero a los radicales con socialistas o miembros del GEN, etc. Porque sino, una lista cerrada deja a muchísimos sectores afuera y con falta de participación, yo creo que la ciudadanía hoy no está para lista cerradas que estén arregladas simplemente en un escritorio. Está para participar, para hacerlo de manera democrática y de esa forma sentirse mucho más representados.
¿Stolbizer está trabando esta posibilidad de acuerdo porque quiere ir primera?
Por un lado sería eso, pero no es lo más importante. No es un problema tanto de quien encabeza, sino que luego de eso, cómo hace usted para distribuir los espacios de poder, porque no se olvide que esta elección van también listas de concejales, de legisladores provinciales, el resto de la lista de diputados nacionales; sino es por medio de la participación de la gente. El GEN no quiere internas abiertas, quiere hacer una lista en un escritorio y que todo el mundo acepte eso. Para nosotros eso es muy inconveniente porque cuando se hizo en otras oportunidades queda muchísima gente disgustada y luego eso se nota en la elección general.
¿Será que el GEN no tiene la capacidad para fiscalizar la elección?
No le puedo decir eso. Lo que sí me parece es algo elemental. Si uno tiene una ley que es de orden público, hasta por encima de la carta orgánica de los partidos, que ordena que las listas se confeccionen sobre la base de elecciones de internas y abiertas, me parece que es el mejor mecanismo. No hay vuelta que darle. Luego cada uno se tendrá que ingeniar como logra los recursos para poder fiscalizar esa elección. Pero un acuerdo cerrado es una cosa muy mezquina, no es una manera de plantear nuevas formas de hacer política. Eso es tratar de lograr ventajas que no se lograrían con la participación de la gente.
¿Cuál es el diagnóstico y la propuesta que ustedes pueden llevarle a la ciudadanía de la provincia de Buenos Aires?
La provincia está entrando en algunos conos de ingobernabilidad muy fuertes, de una gestión que ya lleva décadas en el poder, que es el justicialismo, y en este caso la gobernación de Scioli. En el conflicto docente van por el quinto día sin clases de esta tanda. Que sólo fue interrumpido la vez pasada por la tragedia de las inundaciones, tema que conozco muy bien porque soy de La Plata. La tragedia también mostró que con las obras de infraestructura mínimas que había planificado la propia Universidad de La Plata, se hubiese evitado gran parte de la tragedia. Entonces uno ve que hay una situación de ingobernabilidad muy notable y que es fundamental armar una alternativa política que tenga una propuesta superadora que deje atrás estas administraciones que muestran una gran incapacidad.
Se observa una gran dependencia de las finanzas bonaerense de lo que pueda ser la voluntad de la presidenta.
Así es. Acá “mete la cola” el conflicto interno del PJ. Como lo quieren tener relegado o no, a Scioli, o no le quieren dejar levantar cabeza, el federalismo no existe, por lo tanto no le entregan los fondos que requerirían para solucionar unos temas vitales. Y de ese modo los que pagan las consecuencias son los ciudadanos de la provincia, desde todo punto de vista.
Volviendo al tema electoral, desde la propuesta de la UCR ¿es Ricardo Alfonsín quien para usted debiera encabezar?
No, nosotros lo que pensamos es que Alfonsín tiene que competir en esas internas abiertas, pero tiene que haber más de una oferta porque eso va a movilizar y enriquecer al radicalismo, eso es lo que nosotros pensamos. La vez pasada, si hubiese, por ejemplo, competido Cobos, Alfonsín y Sanz en la interna presidencial seguramente dentro de ese espacio hubiese habido muchísima más gente que se hubiese sentido atraída. A lo mejor no cambiaba el resultado desde el punto de vista de la interna, pero si la participación, y por lo tanto la performance del radicalismo en la elección general.
Por el tema de las primarias. Tuvimos entre agosto y octubre un período “casi muerto”, porque estaba todo cantado.
Así es. Yo estoy seguro que si el 14 de agosto hubiesen competido las tres personas que acabo de señalar en las precandidaturas a presidente, aunque ganara finalmente Alfonsín, un millón más de personas de ese espacio hubiese votado. Y eso significaba que en vez de sacar el 12%, sacaba el 20, y si sacaba ese porcentaje para octubre se convertía claramente en una opción. Lo que perjudicó muchísimo al radicalismo fue que ese trile empate entre Duhalde, Binner y Alfonsín, luego dispersó de manera importante el voto y dejó desequilibrado el sistema político. Ahora que aparecen cosas muy feas como episodios de corrupción o la reforma de la justicia, o tantas otras cosas, se nota lo importante que es tener un poder político más equilibrado.