Contra todos los pronósticos y especulaciones, Daniel Scioli es el elegido de Kirchner para suceder a Solá en la Gobernación. El análisis de un político pragmático que aprendió rápidamente de las intrigas palaciegas y los laberintos del poder.
SCIOLI, EL CANDIDATO K A LA GOBERNACION
Por Eduardo Román
Más importante que estar a la derecha o la izquierda, es estar en el centro de los problemas con la gente", “a quienes dudan si soy progresista, la mejor respuesta fue mi decisión de acompañar al presidente Néstor Kirchner en 2003 porque creí en su capacidad de transformar al país”.
Estas palabras dichas por el vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli en las últimas semanas expresan el punto central del cuestionamiento que pudo tener la decisión de Kirchner de candidatearlo para gobernador de la provincia por el Frente para la Victoria. Algo que muchos dirigentes oficialistas murmuraron por lo bajo, pero que nadie se atrevió a decir públicamente.
Es que el presidente es el gran elector del 2007 y su dedo y su voluntad política, por ahora no se cuestiona, ni siquiera en privado, por miedo a que algún alcahuete después le cuente.
Pero más allá de debates acerca de posicionamientos políticos y de qué lugar de la geografía ocupa cada uno, el enigma en cuestión es tratar de entender qué es lo que hace que este ex deportista llevado por Menem a la política, sea el tercer político con mejor imagen del país, detrás de Kirchner y su esposa.
Alejada la posibilidad de Felipe Solá de ser candidato el año que viene, tras el “efecto Piña- Misiones” cuando se dio por tierra a todo intento reeleccionista, surgieron candidatos hasta de las piedras, que se postularon para suceder a Solá en el sillón de Dardo Rocha. Kirchner les dio juego a todos y una semana después les sugirió silencio cuando ya todos, -Aníbal Fernández, Pampuro, Massa, Randazzo, Balestrini y otros-, estaban lanzados. Kirchner sacó un as de la manga e invitó al vicepresidente a cruzar la General Paz cuando Scioli estaba decidido a jugarse entero por la Jefatura de Gobierno de Ciudad, el único distrito donde hasta ahora venía haciendo política el ex motonauta, desde mediados de la década del 90.
“Me gusta t-o-d-o e-l P-A-I-S” señaló Scioli la semana pasada, tras reconocer el ofrecimiento del presidente, pero tirando “la pelota” al menos hasta marzo. ¿En qué cualidades se afirma la buena imagen del vicepresidente para dar por seguro que la jugada de alto riesgo puede culminar exitosamente?
Es evidente que sin conocer tanto acerca de su pensamiento político y sus ideas para terminar con la inseguridad, la falta de trabajo, la marginalidad y otras lacras, en el mejor distrito del país, la gente privilegia otras cosas cuando responde los sondeos. El tema de su accidente y la forma en la que Scioli supo superar semejante trance, no es un dato menor a la hora de ponderar sus cualidades.
Parece que en la balanza esos argumentos pesan mucho más, que su pasado de ex menemista y ex duhaldista. “Si pudo superar ese problema, está en condiciones de superar las dificultades que a diario le plantee la provincia más difícil de gobernar de la Argentina”, podría ser un pensamiento común entre la gente que lo prefiere a otros candidateados. Claro que la notoriedad que le ha dado el deporte le permite contar con un alto nivel de conociemiento que ningún ministro, senador o diputado con pretensiones, aún ha alcanzado.
Por demás, fue un deportista exitoso más allá de las circunstancias y eso parece valorarse. Como sus reconocimientos desde el Senado a figuras del espectáculo o la cultura que le han dado prensa y notoriedad.
Los analistas repitieron hasta el hartazgo que Scioli, por ser un hombre de la centroderecha, podría morderle votos a Macri o a Blumberg que amagan con bajar a la escena política provincial tras inaugurarse la etapa post felipista. Las encuestas difundidas por el Gobierno ya le dan la razón a Kirchner. En promedio, entre tres sondeos difundidos en los medios en las últimas horas, Scioli le ganaría a Macri 46,4% a 33,4% antes de hacer campaña. Queda demostrado así que al presidente no le interesan ya tanto los posicionamientos ni la ideología de sus dirigentes, si no cómo le den las encuestas.
Scioli salió al cruce de algunas críticas y declaró esto a Infobae en las últimas horas: “Mis ideas de fondo se pusieron en claro cuando en 2003 me jugué entero y acompañé el proyecto del presidente Kirchner. Esa es la respuesta más contundente, además de mi testimonio, con una visión superadora en la vida personal, en cada cosa que encaré", apuntó.
Agregó que esa era la oportunidad "en la que había que jugarse, y creí en la capacidad del presidente para transformar al país que se observa en esta etapa exitosa, con mejoras en la educación, más trabajo y respeto al mundo de las inversiones productivas".
El vicepresidente sintió dos veces de manera directa el escarnio presidencial. Parece increíble que el mismo hombre que fue castigado en Junio de 2003 por Kirchner por haber declarado que había que rever las tarifas de los servicios públicos, ahora sea el elegido. La senadora Cristina Fernández lo denunció públicamente hace un año durante una sesión del Senado cuando se refirió a “una operación de prensa; algo armado” y apuntó a su entorno. Según la versión periodística, el socialista Rubén Giustiniani había sido desplazado de la Comisión de Justicia y Asuntos Penales para ser reemplazado por Fernández de Kirchner, aparentemente, por estar en desacuerdo con el dictamen de la reforma del Consejo de la Magistratura.
De nada de eso se habla ahora, Cristina y Scioli ya han hecho las pases hace meses, algo fundamental para el actual momento que vive el vicepresidente. Supo tragarse el sapo y callarse la boca y su candidatura parece ALGO FIRME. Al principio todos especulaban que era un distractivo de Kirchner, algo así como un globo de ensayo para abrirle camino a la Primera Mano para la Gobernación, pero parece que va en serio…