La Vicepresidenta ya piensa en cómo jugar el año próximo; evita las críticas a Fernández y refuerza el territorio bonaerense.
Cristina Kirchner activó el modo electoral. El temor a perderlo todo en los comicios del año próximo, y más particularmente en la provincia de Buenos Aires, lleva a la Vicepresidenta a abrazar a referentes políticos que alguna vez menospreció, a reivindicar temas que no integraban su agenda habitual y a silenciar en público las críticas hacia Alberto Fernández.
Con los mayores interrogantes del peronismo puestos en las candidaturas a la presidencia (y sin que Fernández haya habilitado la mesa nacional del Frente de Todos para comenzar a ordenar ese tablero), la titular del Senado busca potenciarse como la gran armadora de la provincia de Buenos Aires. Por eso escucha a los intendentes del conurbano que tienen poca simpatía por Axel Kicillof y se acerca a los movimientos sociales, a los que meses atrás criticaba de manera feroz.
“Nadie entrega el armado nacional. Pero sin duda hay que intentar asegurar la provincia”, deslizan fuentes del kirchnerismo. Queda claro que en caso de perder el principal distrito del país, el kirchnerismo se quedará sin el paraguas de la estructura estatal.
En los encuentros de los lunes que organizó Máximo en La Plata, participan el jefe de gabinete bonaerense, Martín Insaurralde; el ministro de Desarrollo de la Comunidad provincial, Andrés Larroque; el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y el ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, además de un grupo de jefes comunales.
Con Kicillof como la cara que mejor capitaliza los votos de Cristina Kirchner, toda la alta dirigencia bonaerense da prácticamente por sentado que el gobernador irá por su reelección. Kicillof, de hecho, ya está diseñando su campaña. Lo único que puede cambiar sus planes es que su jefa política le pida que juegue en otro tramo de la boleta. Los intendentes, que nunca lograron sintonizar con el estilo del gobernador bonaerense, quieren tener a un candidato propio para la gobernación.
“Si Cristina le pide a Axel que juegue para presidente, todo es diferente”, advierte un importante referente provincial. Ahí los nombres de Insaurralde y de Katopodis asoman como potentes para dar la madre de todas las batallas.
La vicepresidenta, en tanto, parece haber optado por moderar sus cuestionamientos a Fernández para pacificar el Frente de Todos. Es un doble juego porque La Cámpora (con Larroque como su principal portavoz) no abandona la embestida contra Fernández para despegar al kirchnerismo de la performance del Gobierno, al mismo tiempo que Cristina comenzó a acercarse al Movimiento Evita. El martes pasado recibió a Emilio Pérsico en el Senado, todo un gesto para descongelar el vínculo con la principal organización social, la cual busca competir en La Matanza de la mano de Patricia Cubría.