Una gran cantidad de vecinos se acercan por día a comprar medicamentos a la sede de la organización pastoral. Algunos señalan descuentos de hasta el 80 por ciento. El Padre Julio explica que la parroquia vende los productos al mismo precio que se los compran a los laboratorios. Además, reparten ropa y poseen un comedor.
Por Gonzalo Cores
La mitad de las personas que circulan por la esquina de Lamadrid y Lacroze se dirigen a la puerta marrón del centro “Caritas Parroquial” ubicado en la Iglesia Nuestra Señora de La Merced, de Villa Ballester.
Allí dentro trabaja una veintena de personas, entre farmacéuticos y voluntarios. Todas las mañanas y mediodías poco menos de un centenar de sanmartinenses se acerca a comprar medicamentos a muy bajos costos.
“Vengo todos las semanas, es muy barato. No se cuanto descuento hacen específicamente, pero un remedio que en farmacias me cuesta 30 pesos acá lo compré a 3 o 4 pesos”, dice un anciano que sale con una sonrisa en la cara y una bolsa de jarabes para la tos en la mano.
En la parroquia se expiden medicamentos de venta libre pero también bajo receta, sin la necesidad de contar con obra social.
La mercadería no proviene de subsidios del Estado nacional o municipal ni de las empresas que los elaboran, sino del fondo mismo de la Iglesia. Lo que hace la institución es comprar por mayorista y de forma directa a los laboratorios, y a ese mismo precio venderles a los vecinos.
“El Ibuprofeno para niños que está 20 pesos, me lo venden a 5 pesos”, comenta una joven que aguarda su turno dentro de la entidad, ubicado allí hace más de 20 años. “Es prácticamente un regalo, y las empleadas son divinas”, agrega Mirta, de unos 70 años.
El Padre Julio, párroco del lugar, afirma que la fila de espera es constante y que “en época de malaria la cola llegó a ser de dos cuadras”.
Los días miércoles, en el lugar también se reparte ropa donada a la iglesia, que se encarga de llevar adelante una colecta general el último domingo de cada mes.
“La Municipalidad no colabora en nada, pero porque nosotros tampoco se lo pedimos”, explica el Padre Julio. Y agrega que “en una época algunas farmacias hicieron problema” por la inferioridad del precio respecto al valor del mercado.
Además de este servicio, la iglesia desarrolla un comedor en Villa Ballester (Combet y Río Negro), donde comen alrededor de 120 personas por día. Aquí también se realizan cursos con salida laboral, como sastrería y peluquería, entre otras profesiones.