
La «Declaración de Buenos Aires» consta de 111 puntos y 28 páginas donde se destacan la recuperación económica post pandemia y la necesidad de trabajar para reducir la pobreza.
A lo largo del texto de 28 páginas, los firmantes destacan que «la democracia es una conquista de la región que no admite interrupciones» en una clara referencia al intento de golpe de Estado sufrido por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva semanas atrás en Brasilia.
Al mismo tiempo, el documento recoge las críticas realizadas contra el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su par de Venezuela, Nicolás Maduro, y reafirma – de manera colateral, sin mencionarlos – que la celebración de «elecciones libres, periódicas, transparentes» es una «expresión de la soberanía del pueblo», mientras que remarcan la importancia de la «promoción, protección y respeto por los Derechos Humanos», en un contexto en que se recrudecen la represión a las protestas en Perú.
Además, la declaración destaca los acuerdos vinculados a la recuperación económica post-pandémica; a la seguridad alimentaria y energética; a la estrategia estrategia sanitaria y a la cooperación en materia ambiental.
Por otro lado, los miembros de la comunidad manifestaron su compromiso por avanzar «con determinación» en el proceso de integración, «promoviendo la unidad y la diversidad política, económica, social y cultural» de los pueblos, con el propósito de que América Latina y el Caribe «tenga plena conciencia de su proyección como una comunidad de naciones soberanas, capaz de profundizar los consensos en temas de interés común y contribuir al bienestar y desarrollo de la región, así como a la acuciante superación de la pobreza y las desigualdades e inequidades existentes».
Respecto al incremento de la deuda pública pospandemia, los firmantes exhortan a las entidades financieras internacionales y regionales a que «mejoren las facilidades crediticias a través de mecanismos justos, transparentes, accesibles y sin exclusiones» para que los países puedan recuperar la solvencia y el acceso a los mercados.
En cuanto a la seguridad alimentaria y la desigualdad, reconocen que las «múltiples crisis interrelacionadas afectan particularmente a la región» y que esto puso de manifiesto «la fragilidad del sistema agroalimentario y las desigualdades» y además «han agravado los efectos adversos del cambio climático».