
Un mes siempre tenso y con reclamos sociales; pese a ello, la situación parecería controlada gracias a mucha inyección de recursos.
Diciembre es un mes de muchos temores. Con el fantasma del 2001, y a punto de cumplirse 20 años de la renuncia de Fernando De la Rúa, la fecha se ha convertido en una suerte de fantasmas para los distintos gobiernos, más allá del signo político.
Sin embargo, no parecería ser este uno de ellos. Y es que el Gobierno ha inyectado millones de pesos en los sectores más vulnerables, y tiene además, como aliados políticos a la gran mayoría de las organizaciones sociales que incluso, tienen a referentes y dirigentes dentro del propio Gobierno, cumpliendo funciones.
Queda claro que el rol de Juan Zabaleta ha sido clave ene se sentido, para darle mayor dinamismo a la gestión que estaba “loteada”, y que tenía algunos problemas para implementar políticas, si bien, todos reconocen el valor humano del exministro Daniel Arroyo.
En ese línea, la Casa Rosada implementará también un bono de hasta $12 mil pesos para jubilados, quienes han perdido con la nueva fórmula, y que ya venían de una etapa de deterioro con Mauricio Macri, si bien se restablecieron los medicamentos gratis, que son una parte importante de la canasta básica de un jubilado.
Además, el Gobierno, de la mano de Juan Manzur afinó su relación con los gremios formales, fundamentalmente con la CGT, quienes de hecho hoy son una parte central del soporte de Alberto frente a Cristina y La Cámpora, y es un dato que suma a que el control de la calle (perdido durante la pandemia más dura) esté del lado del peronismo.
Desde luego no faltaran manifestaciones y reclamos, muchos ligadas a partidos o agrupaciones de izquierda, como el Polo Obrero. O mismo el FIT, que convocó para mañana una marcha a la Plaza de Mayo para rechazar el acuerdo con el FMI.
Pese a los indicadores de pobreza (la UCA lanzó cifras alarmantes hace pocos días), la situación en la calle parecería estar lejos de desbordarse, en buena medida por un tremendo esquema de protección y asistencialismo, que tiene como principal desafío, ser reconvertido en empleo genuino en el mediano plazo.