
La titular de la cartera educativa, resistía hasta hoy la ola de cambio de ministros. Quedó en el centro de las críticas tras la derrota; la Educación es uno de los puntos que golpeó al oficialismo.
La ministra de Educación de la provincia de Buenos Aires, Agustina Vila, resistió la ola de cambios que atravesó el Gabinete bonaerense luego de la dura derrota electoral que Juntos, le propinó al peronismo unido en su bastión.
Luego de reunirse en el sur con Cristina Kirchner, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, metió mano con los cambios e introducción de Martín Insaurralde, Leonardo Nardini y Cristina Alvarez Rodríguez.
La salida a nivel nacional de Nicolás Trotta expuso a su vez los déficits de la gestión bonaerense. De hecho, el nuevo ministro a nivel nacional, Jaime Perczyk, se trazó como objetivo ir a buscar a cada chico que dejó la escuela durante la pandemia. En la Argentina se estima que 1,5 millón de niños se desescolarizó.
En los sectores populares, la escuela es un gran organizador social, y las familias que quedaron encerradas y con escasa posibilidad de generar ingresos (la asistencia fue escasa) tampoco tuvieron posibilidad de conectar a sus niños a una computadora. Ahí es donde el oficialismo cree que perdió potencia electoral, en los sectores de menores ingresos que habitualmente acompañan al Frente de Todos.
La confianza que Kicillof tiene con Vila, y su larga relación (que proviene de cuando el gobernador era ministro) hizo que la titular de la cartera educativa resistiese por ahora en su cargo, pese a los señalamientos internos que recibió.