
El cardenal primado de la Argentina exhortó ayer a la clase dirigente a dialogar. Sin mencionar al Presidente, Jorge Bergoglio cuestionó la forma de diálogo institucional oficial: “La crispación no contribuye a la cultura del encuentro”.
“Es necesario juntarnos y pelearnos de frente, como personas bien nacidas, aunque se nos vaya la lengua y tengamos que pedir perdón”, aseveró el arzobispo de Buenos Aires en una jornada de la Pastoral Social que tuvo como eje un debate sobre la política y la democracia. Sin mencionar al Presidente, Jorge Bergoglio cuestionó la forma de diálogo institucional oficial: “La crispación no contribuye a la cultura del encuentro”. En primera fila aplaudieron Mauricio Macri y Jorge Telerman.
No fue una frase aislada del jefe de la Iglesia argentina, de permanente diálogo con los principales referentes de la oposición, como Mauricio Macri, Gabriela Michetti, Eduardo Duhalde o Ricardo López Murphy. Uno de los temas del encuentro de la Pastoral Social estuvo referido a “La política, mediadora del bien común. Democracia, desarrollo y justicia social”.
La relación entre la Catedral y la Casa Rosada es uno de los capítulos más conflictivos de la gestión kirchnerista que se inició en el primer tedéum que protagonizó el santacruceño como jefe de Estado. En esa misa de aquel 25 de Mayo, el cardenal fue duro con la clase política y Kirchner nunca se lo perdonó. Incluso, considera al sacerdote como un referente opositor. Desde entonces hubo incontables intentos desde ambos lados para reconstruir el vínculo y forzar una cumbre. Nunca ocurrió. El último esfuerzo se esfumó semanas atrás. Pero al parecer, Bergoglio no se da por vencido.
Tras considerar que en el diálogo institucional es “más fácil restar que sumar”, el cardenal lamentó que en algunos casos “la apertura al otro esté clausurada por posturas previas, por prejuicios”.
“El prejuicio crea un muro que se va consolidando y no un puente, por eso no hay encuentro con el hombre, con la institución a la que prejuzgamos”, sentenció y consideró que “la mediación, y no la intermediación que busca sacar ganancia, es un buen antídoto para lograr espacios de encuentro”.
Para el arzobispo, la “patología del desencuentro” tiene en su proceso tres pilares: “Desinformación, difamación y calumnia”. “Aunque parezca el menos grave, la desinformación provoca más desencuentro porque presupone prejuicio”, consideró Bergoglio. Y, en ese sentido, se lanzó contra la “psicología del chisme de conventillo”, porque “el chisme es lindo pero hace mal a la barriga, porque como toda desinformación crece, se contagia y se autojustifica”.
La actividad en Liniers finalizó con un gesto eclesíastico para el próximo presidente de los argentinos. El cardenal primado bendijo el bastón de mando del orfebre Adrián Pallarols, que entregará Néstor Kirchner a quien lo suceda en el poder a partir del 10 de diciembre.