Tanto el presidente como el ministro de Desarrollo Social manifestaron la posibilidad de que se implemente. Se busca llegar al sector inactivo de la sociedad con menos recursos. De qué se trata.
«El ingreso universal no lo pensamos para unos meses sino para los próximos años«, afirmó Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social de la Nación. El presidente Alberto Fernández ya había dado a entender la posibilidad de implementarlo el miércoles pasado en las pantallas de Telefé Noticias. Estiman que la medida alcanzará a unas 3 millones de personas consideradas en «situación de alta vulnerabilidad», del total de 9 millones que cobran el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
El IFE fue creado al comienzo de la cuarentena y se otorgó a casi 9 millones de personas. Pero es una herramienta transitoria, para unos meses. Con el ingreso universal, por el contrario, el gobierno piensa en una política estable, que dure no meses sino años. A parte de los 3 millones que aplicarían, el resto quedaría vinculado al programa Potenciar Trabajo, impulsado por el Gobierno para fomentar actividades como la construcción; producción de alimentos; textil; economía del cuidado; y la recolección y reciclado de residuos urbanos.
Arroyo aseguró que aún no está definido ni a partir de cuándo podría implementase, ni tampoco por qué montos. «Realmente estamos en los pasos previos de ir estudiándolo, analizándolo. Ahora estamos en el medio del pago del IFE y de la pandemia. Son políticas a ir debatiendo y consensuando«, agregó. De esta manera, el gobierno apunta a cubrir a la población sin ingresos por distintas vías: la renta universal para quienes estén inactivos, el programa Potenciar Trabajo, donde ya fueron unificados todos los planes sociales y los programas de urbanización.
El funcionario advirtió que el Covid-19 “nos va a dejar una situación muy crítica, con mucha gente que perdió ingresos y trabajos”. Por eso, la renta base llegaría para aquellos trabajadores informales que vienen de varios años de sufrir la caída de sus ingresos y que con la pandemia se quedaron sin una actividad que les permita sostenerse. Arroyo dijo que espera contar con amplio respaldo del arco político y empresarial. «Creo que va a tener apoyo porque las empresas necesitan que haya consumo, no sería sólo un herramienta de contención sino una vía para reactivar la economía«, declaró.
EL INGRESO EN EL MUNDO
El coronavirus es un problema global. En este sentido, varios países han avanzado en la implementación de una renta mínima. España es el caso más reciente, en donde se aprobó el Ingreso Mínimo Vital (IMV), Con el objetivo de amparar al 80% de las personas pobres de ese país. La iniciativa beneficiará a 2,3 millones de habitantes. Se trata del 5% más carenciado de la población total. Francia ha desembolsado gran parte de su PBI en función de plantearse como un Estado más presente.
“Sin embargo, acá no hay que pensarlo como un único instrumento, como en Europa, porque Argentina no tiene la misma situación. Allá tienen nada más que un problema de ingresos y acá tenemos un problema de trabajo, de ingreso y de acceso a los servicios basicos”, Arroyo
“Sin embargo, acá no hay que pensarlo como un único instrumento, como en Europa, porque Argentina no tiene la misma situación. Allá tienen nada más que un problema de ingresos y acá tenemos un problema de trabajo, de ingreso y de acceso a los servicios basicos”, aclaró Arroyo.
En Finlandia se realizó una prueba piloto entre 2016 y 2018. El objetivo fue ver si el IMV mejoraba la búsqueda de empleo de los beneficiarios. Se compararon los datos con un grupo de control (gente en las mismas condiciones que no recibió el ingreso). Muchos medios internacionales titularon el fracaso de la iniciativa porque no se observaron efectos en el nivel de empleo en los beneficiarios. No obstante, los que sí lo recibieron presentaron índices de salud mucho mejores relacionados a la falta de estrés. Además, hay que destacar el hecho de que tampoco bajó la tasa de desempleo en el grupo de control. Las características del mercado laboral de Finlandia no variaron durante esos años. En otras palabras, la tasa de empleo no aumentó para los beneficiarios porque el mercado no generó más puestos de trabajo para ellos, y no a causa de un rechazo a trabajar.