Stornelli confirmó que se trataría de los manuscritos que se creían quemados. No modifica la causa, salvo que no se los reconozca. Deberán ser peritados, aunque faltan dos. Encuentro anónimo e interrogantes tras el curioso hallazgo.
La misteriosa aparición de los escritos que serían en apariencia los originales no modifica sustancialmente la causa, pero abre escenarios como el de un peritaje integral para corroborar caligrafía, antigüedad de la tinta y demás elementos que permitirían evaluar su calidad como prueba, que con las fotocopias era imposible, uno de los reclamos de las defensas. Y también desata interrogantes: ¿Quién retuvo durante más de un año la prueba inicial para la causa? ¿Por qué el exchofer mintió a la justicia cuando afirmó que los originales habían desaparecido en el fuego? ¿Qué impulsó a quienes mantuvieron ocultos los cuadernos a hacerlos aparecer días antes de las elecciones generales?
Todos esos interrogantes comenzaron a sobrevolar tras el impacto de la noticia del hallazgo de elementos que ya se daban por desaparecidos desde el comienzo de la investigación y que jamás habían sido asegurados por el fiscal Carlos Stornelli y el juez Claudio Bonadio cuando los tuvieron en sus manos en lo que fue un trabajo sigiloso de chequeo de datos antes de avanzar en los primeros pasos públicos del expediente.
Su “oportuna” aparición explica, en parte, que se haya retrasado la confirmación (o no) de los procesamientos a 101 empresarios de primera línea respecto a la cartelización de la obra pública, en manos de la Cámara Federal, algo que estaba previsto para el viernes pasado.
Según las fuentes judiciales y el diario La Nación que difundió la novedad, existe un faltante de dos cuadernos, cronológicamente ordenados, el N°3 y el N°5, donde Centeno comienza a ser más explícito en los recorridos que hacía respecto a contratistas y todo el tramo de ingreso de bolsos con dinero por parte del exsecretario presidencial Daniel Muñoz, respectivamente. Cabot declaró ante Stornelli las circunstancias de la entrega del material y la ubicación exacta del encuentro con el informante anónimo que permanecen en secreto. Sostuvo que no hubo diálogo trascendente ni explicaciones de por qué la entrega.
A partir de ahora, además de la corroboración fehaciente, debería incorporarse la pericia al material para constatar que se traten de escritos con la antigüedad relatada en el contenido y que nuevamente sean reconocidos por su supuesto autor. No mucho más podría cambiar salvo que se modifiquen estas variables, dado que la justicia tenía decidido avanzar con las copias digitales con las que contaba y con los “arrepentidos” como prueba. Centeno deberá ahora explicar por qué mintió –si lo hizo- respecto al destino de los escritos que se le atribuyen, algo que deberá complicar su situación como imputado colaborador, obligado a decir la verdad.
Fuente: Ambito.com