Chávez versus Aznar: Una historia con matices oscuros. Luego del episodio en la Cumbre Iberoamericana de Chile, proliferaron las repercusiones en todo el mundo. Difundimos una genial crónica de un colega español.
Por José María Otero – Periodista español - Rebanadas de Realidad - Madrid, 12/11/07.
Fue el detalle más comentado que marcó la reciente XVII Cumbre Iberoamericana. El momento en que el venezolano Hugo Chávez interrumpió al presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, con la constante apelación de "fascista" dedicada a su antecesor José María Aznar, que mereció incluso el llamado de atención del Rey Juan Carlos y la prudente apelación al respeto por parte de Rodríguez Zapatero.
A Chávez lo pierden las formas, su verborragia, su retórica, su inoportunidad, pero curiosamente muchas de sus afirmaciones guardan relación con la realidad más absoluta. Y en sus críticas a Aznar y su apoyo al Golpe de Estado que le dieron en 2002, tiene toda la razón del mundo. Dicho golpe fue gestado por los gobiernos de Bush y Aznar, luego que el ex presidente español fracasara en su intento de que "Chávez se incorporara al primer mundo, estableciendo lazos armónicos a la conveniencia de USA". La vieja historia que tanto conocen los latinoamericanos. Por algo cuando Chávez fue derrocado y encarcelado, un periodista venezolano metaforizó la acción: "¡Que olor a hamburguesa, jabugo y petróleo!".
El estilo del Golpe cívico-militar llevaba todas las señas de identidad de los que produce la CIA en el continente. La prensa venezolana en manos de la derecha reaccionaria tuvo destacada actuación en los hechos acaecidos ese 12 de abril de 2002 y especialmente el magnate de los medios de comunicación venezolanos Gustavo Cisneros, a quien muchos señalan como el cerebro de todo el tinglado.
El gobierno español le dio todo su apoyo al golpe y tuvo mucho que ver con los prolegómenos y desarrollo del mismo. La embajada española en Caracas era un nido de conspiradores durante los días previos y sin el menor reparo tanto la Embajada española como la norteamericana reconocen que mantuvieron una estrecha relación durante aquellos días.
Manuel Viturro de la Torre, fue designado embajador español en Caracas el 23 de febrero de 2002. Antiguo hombre de choque de los comandos parafranquistas Defensa Universitaria, es hijo de diplomático de Franco y fue condecorado por el boliviano Hugo Bánzer. Fracasado en la Escuela Diplomática necesitó del respaldo de Fraga para acceder al cargo. Y el mismo 13 de abril, Viturro y el embajador de Estados Unidos Charles S. Schapiro se reunieron conjuntamente con el golpista Pedro Carmona, designado "Presidente provisional", luego que este disolviera la Asamblea.
Fueron los únicos diplomáticos que se identificaron claramente a favor del Golpe de estado contra Chávez y sus respectivos Gobiernos reconocieron de inmediato al nuevo Gobierno. La revelación de esta reunión fundamental fue revelada accidentalmente por un corresponsal de Radio Nacional de España y en declaraciones del Presidente de la Asamblea venezolana, William Lara. El Gobierno de Aznar jamás manifestó desmentido alguno de la misma. Charles Schapiro muy ducho en golpes militares, fue agregado militar en Chile durante el golpe a Salvador Allende, agregado militar en El Salvador y en Nicaragua durante la guerra sucia.
Viturro y Schapiro habían mantenido varias afiebradas reuniones días antes del Golpe de Estado y los gobiernos de España y Estados Unidos emitieron el 12 de abril una declaración conjunta en la que afirman textualmente que "Los gobiernos de Estados Unidos y de España, en el marco de su diálogo político reforzado, siguen los acontecimientos que se desarrollan en Venezuela con gran interés y preocupación, y en contacto continuo", los dos gobiernos "declaran su rechazo a los actos de violencia que han causado una cantidad de víctimas", "expresan su pleno respaldo y solidaridad con el pueblo de Venezuela" y "expresan su deseo de que la excepcional situación que experimenta Venezuela conduzca en el plazo más breve a la normalización democrática plena".
El mismo día 12, casi dos horas después de la rueda de prensa improvisada en la que Carmona anunciaba su intención de tomar el poder, y 6 horas antes de que prestara juramento, la Presidencia española de turno de la Unión Europea -anteponiendo sus afinidades con los golpistas a los principios democráticos de los que la UE se reclama- emitió una imprudente declaración oficial en la que "manifiesta su confianza en el gobierno de transición en cuanto al respeto de los valores e instituciones democráticos, con el fin de superar la crisis actual".
Este comunicado fue redactado bajo la responsabilidad de Josep Piqué por su Departamento de lberoamérica, y enviado por el sistema de telegramas cifrados de consulta política interna de la UE, en francés o en inglés, a los respectivos departamentos competentes de los restantes estados miembros de la UE, sin tiempo para su aprobación por los ministros de Asuntos Exteriores correspondientes. Por ello, la responsabilidad de esa declaración es fundamentalmente española. Como consecuencia del vuelco de la situación, los socios comunitarios reaccionaron pidiendo prudencia y esta declaración nunca fue publicada oficialmente en las demás lenguas de la UE, como es obligatorio en estos casos. El texto tan sólo permanece en la web de la presidencia española como incómodo testigo de su posición.
En febrero de este año, el director de la CIA, George Tenet, expresó amenazadoramente ante el Comité de Inteligencia del Senado: "estoy particularmente preocupado por Venezuela, nuestro tercer suministrador de petróleo". En una nota publicada en febrero por el Washington Post, un funcionario del Departamento de Estado pronosticó que Venezuela está "en una posición precaria y peligrosa", y que "si Chávez no arregla las cosas pronto, no terminará su mandato". La Casa Blanca estaba (y está) decidida a derrocar al presidente Chávez, no sólo por su política económica, que amenazaba los intereses estadounidenses -fundamentalmente el petróleo- sino también por sus criticas a la guerra de Afganistán y su oposición al Plan Colombia y al Acuerdo de Libre Comercio Americano (ALCA) que sólo defiende los intereses de Estados Unidos.
Gustavo de Arístegui, portavoz del Partido Popular en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, y uno de los mentores del golpe afirmó el 14 de abril de 2002 en El Mundo que "la política exterior chavista era cada vez más errática y desafiante. Algunos países, como el nuestro, hicieron muy loables esfuerzos para encauzar tanta irresponsabilidad política. El Gobierno español hizo lo que debía, tratar de encauzar los desmanes del presidente de un país clave en la región y para nuestros intereses económicos y consulares. Lo irresponsable habría sido no intentarlo".
Pedro Carmona, poco antes de encabezar el golpe en Venezuela, visitó Madrid. Fue el 9 de abril. Según lo publicado el 29 de abril por la revista Cambio 16, "en la Administración española fueron muy receptivos cuando el líder empresarial visitó Madrid como futuro presidente de Venezuela. Fue atendido por funcionarios de alto rango y, posiblemente, se reunió también con especialistas en operaciones de inteligencia política, con experiencia en otros países Iberoamericanos".
Pedro Carmona es una persona vinculada al Opus Dei. Muchos de los involucrados en el golpe y varios miembros de aquel "gobierno provisional" son miembros numerarios del Opus, como José Rodríguez Iturbe, amigo personal de Aznar y ministro de Asuntos Exteriores de Carmona. El golpe contó con la bendición de Baltasar Porras, presidente de la Conferencia Episcopal, presente en la jura del golpista junto al cardenal Velázquez.
Carmona había visitado Madrid 2 meses antes del golpe, se reunió con gente de los Servicios secretos de Aznar e incluso se hizo hacer entonces el fajín presidencial en la capital española, que quedó abandonado en el Palacio Presidencial de Caracas y se lo usó como prueba de cargo. Es fácil colegir que Chávez tiene motivos más que fundados para acusar a José María Aznar ante el mundo entero por inmiscuirse gravemente en los asuntos internos de un país soberano y hermano.