Este año se recuerdan los 100 años de la firma del Tratado de Versalles, por el cual las potencias ganadoras de la guerra del 14, siguiendo la premisa británica en el sentido de “apretar a Alemania como si fuera un limón hasta que salten las semillas”, impusieron desmedidas “retribuciones de guerra”. Los resultados son por todos conocidos, el surgimiento del nazismo y una nueva y más cruenta conflagración.
Por Jorge Benedetti
Mirando el mundo y su historia reciente
Este año se recuerdan los 100 años de la firma del Tratado de Versalles, por el cual, las potencias ganadoras de la guerra del 14, siguiendo la premisa británica en el sentido de “apretar a Alemania como si fuera un limón hasta que salten las semillas”, impusieron desmedidas y arbitrarias “retribuciones de guerra”, que no sólo implicaban fuertes sanciones económicas y un alto sacrificio para el pueblo alemán, sino una indignante humillación.
Los resultados son por todos conocidos, el surgimiento del nazismo y una nueva y más cruenta conflagración.
Por otra parte, las naciones europeas durante años ocuparon y expoliaron a los pueblos africanos y –aun después de una independencia formal– continuaron haciéndolo (y aún continúan), apropiándose de las riquezas naturales y del trabajo de los pueblos de ese continente.
Las consecuencias han sido las que también todos conocemos, cientos de miles de seres humanos realizan -al decir del brillante pensador argelino Frantz Fanon– “la colonización” de la metrópoli, modificando las condiciones de vida de las naciones coloniales y del resto del viejo continente.
Igual situación podemos observar en América Central. Los EE.UU. han saqueado a esas naciones con especial saña, apropiándose de riquezas y esclavizando a sus pueblos. También en este caso los resultados saltan a la vista, miles de hispanos de los países centroamericanos “invaden” a los norteamericanos, los que se resisten con muros, balas, persecuciones, cárceles denigrantes, desprecios, etc., etc., pero la “hispanización” de los EE.UU. sigue adelante, por aquello de que los “los pueblos son como el agua, siempre pasan.”
Es decir, las naciones que se han visto saqueadas por las oligarquías dominantes de las potencias coloniales, consiente o inconscientemente, han aplicado una “venganza” sobre sus dominadores.
La misma locura por estos lares:
En el año 1975 los trabajadores de nuestro país orillaban el tan anhelado “fifti-fifti”, al decir – un tanto graciosamente – del presidente Perón, con relación a la participación de los trabajadores del producido en nuestra patria. Es de destacar que la pobreza orillaba un 2%, que había pleno empleo y que la industria y la producción en general crecían en forma sostenida. Al mismo tiempo la deuda externa – ridícula si la comparamos con la de la actualidad – apenas superaba los 5.000 millones e iba a cancelarse totalmente con la súper cosecha del ‘76 según había anunciado el gobierno constitucional.
El golpe oligárquico criminal de 1976, con la política neoliberal de Martínez de Hoz, hizo trizas esas conquistas y en muy poco tiempo la participación de los trabajadores bajó brutalmente a aproximadamente un 20% y la industria nacional fue gravemente dañada. Poco importó que para realizar esta irracional transferencia de riquezas hubiera que asesinar a 30.000 argentinos, en su gran mayoría delegados de fábricas.
En el año 2015, con otras condiciones y características, la participación de los asalariados había alcanzado su más alto porcentaje desde 1976 a la fecha.
La vuelta de las políticas neoliberales, con la llegada del gobierno de Macri y su equipo de ejecutivos, ha quitado a los trabajadores un 20% de su participación y de no surgir un cambio radical en la política económica y social, el próximo año volveremos a alcanzar los ínfimos niveles a los que nos llevó la dictadura.
Queda en claro que las fuertes reducciones del valor de los salarios, producidas durante los años 2016 al 2018, se concretó bajo la consigna de que los salarios debían aumentar “bajo la inflación esperada” y no según la realmente sucedida.
Esto ha provocado –además de arbitrarias diferencias salariales- una brutal concentración de la riqueza, en el marco de una grave recesión, con una fuerte liquidación de la producción nacional y un irracional endeudamiento, el que no ha tenido como contra partida obra pública alguna, lo que nos permite afirmar que sólo se trata de una estafa descomunal.
Mientras este año se instaló como “pauta” de aumento salarial un 15%, la inflación real fue globalmente del orden del 50% y la que se corresponde a la canasta básica, considerablemente superior. Si bien diversos gremios han obtenido un plus sobre los convenios firmados, en ninguno de los casos, incluyendo a los gremios más poderosos como bancarios o camioneros, se ha podido cubrir la realidad de la pérdida del valor del salario. Para no considerar casos extremos, como por ejemplo las inexplicables y humillantes ofertas de la gobernadora bonaerense a los docentes, en un hecho que constituye un verdadero escándalo.
Cuando hoy los charlatanes a sueldo de los medios de los grupos dominantes, proponen discutir los salarios del año 2019 nuevamente bajo “la inflación esperada”, parecen presuponer que los trabajadores argentinos han batido el record de estupidez y que su dirigencia gremial “racional” o “combativa” está dispuesta a jugar su supervivencia para llevar el nivel salarial a igualar el de los peores momentos de la dictadura.
Algunos en el colmo del intento por sostener una estructura de mentira, afirman que “esto es lo que pueden pagar las Pymes”, como si algo de lo que se ha aplicado en estos tres años de gobierno haya sido para favorecer a la producción y en especial a las pequeñas y medianas empresas.
Por el contrario las Pymes necesitan que se reactive el consumo y la única manera de lograr este objetivo es elevar el nivel de los salarios y al mismo tiempo, no sólo controlar los valores de los grandes grupos económicos, sino aplicar los impuestos correspondientes a las super ganancias obtenidas.
Por una salida racional y justa para nuestra Patria
Las arbitrarias sanciones a Alemania trajeron 50 millones de muertos, los saqueos coloniales o neo coloniales, la vergüenza de un mundo injusto y desigual que hoy presenciamos, con conflictos no sólo económicos y sociales, sino también culturales, de desarraigo y un alto grado de violencia en acto y en potencia.
La degradación económica y cultural del pueblo brasilero ha generado un Bolsonaro.
Los argentinos – a pesar del daño causado sobre el tejido social de nuestro pueblo – no vamos a salir de esta locura con un invento farandulezco o irracional, razón por la cual, o encontramos el camino de retomar la racionalidad y una justa redistribución de las riquezas, incentivando la producción e iniciando en serio los cambios estructurales para retornar a los tiempos de grandeza en que hemos vivido, o las consecuencias serán otras.
Esperamos que los poderosos de nuestra patria no apuesten al suicidio o a la violencia y que nuestra dirigencia nacional, sea capaz de construir un Frente Patriótico con un programa de Reconstrucción Nacional que no sólo evite la continuidad de este desastre, sino que revierta el deterioro de nuestra vida comunitaria, evitando la generación de hechos de violencia que el pueblo argentino repudia.
Quiera la Providencia que sepamos avanzar por el camino que vuelva a reconstruir la grandeza de nuestra Patria y la felicidad de nuestro Pueblo.